miércoles, 12 de julio de 2006

Raro

[h. 2003]

Lo que sí resulta incómodo y antipático en cualquier convivencia es la imposibilidad de obtener respuesta. Puedes vivir con gente buena, amable, educada, comprensiva. Ese tipo de gente que no provoca conflicto o lo rehuye. A la vez que evitan el choque, el enfrentamiento, responden a cualquier observación, a cualquier detalle que provenga de la personalidad real que tienen delante, de la expresión de su humor personal, con la incomprensión más neta y sonriente. Presentan su sonrisa comprensiva y cortés a manera de muro. Y callan. O hacen la observación obtusa y el guiño de quien no entiende, de quien no quiere entender, no sabe el sentido o el sinsentido, no participa y se va. Y se van.

Sonríen y se van rápidamente, incómodos en realidad de no entender ni querer hacerlo ni comprender por qué tendrían que entender nada. Provocan la más aguda sensación de aislamiento, de perfecta soledad en el otro. A veces la incomprensión se manifiesta en extrañeza: esa manera de gesticular como apartando de la cara la mosca molesta, la lata que da el niño mimoso de turno a la madre muy ocupada con la bolsa de la compra o los paquetes que le pide un poco menos de murga. El latoso que dice algo que molesta porque dice lo incongruente, y lo incongruente es lo que "no me casa con nada", "no tengo nada a lo que atarlo", "no sé qué hacer con ello", "no tengo las instrucciones", en definitiva "no sé nada de eso ni falta que me hace" y hay que resolver el momento penoso, salir de él, pasar a otra cosa, a algo útil, algo con sentido, alguna ocupación práctica, porque esto que dices es uno de esos absurdos que no le interesan a nadie, una pérdida de tiempo que sólo tolero como se tolera una rareza, un grano.

De ese momento de incomprensión aguda, de aislamiento absoluto, de sentirse fuera, apartado, echado, alejado, proviene el peor de los odios. Porque se produce entonces en el sujeto en cuestión una sospecha de pavorosa estupidez. Eres entonces el perfecto idiota entre gentes razonables, el "gracioso" que sobra. Y el odio hacia ti mismo, combinado con la sensación de ridículo, el odio a la pérdida de tiempo, de afecto, a la pérdida de esa parte de alma puesta en el buen humor y la naturalidad que se confía. Comprendes que este tipo de intercambio sólo es posible en medio de una confianza entregada que ahora se traiciona, de la que brutalmente se burla la incomprensión (por muy inocente que sea). El rechazo inocente (el rechazo tonto lo es en modo supremo) es el rechazo más radical.

He notado precisamente en la llamada "gente virtuosa" ese grado absoluto de incomprensión y de rechazo de lo vitalmente inasimilable, de las manifestaciones de lo distinto. La virtuosidad, amparada en la impoluta plancha de acero moral que la preserva, muestra confianzuda repulsión hacia cualquier cosa que disuene, que suene "distinta". La gente bienpensante tradicional (y la no tradicional, en este sentido, casi es peor) se manifiesta sobre todo rechazando.

El rechazo incomprensivo de lo no asimilable (la completa ausencia de curiosidad que solapa muchas veces un pavor sagrado al menor cuestionamiento de sí) es uno de esos rasgos que tan profundamente antipáticos te resultan en la gente modélica y convencida de sus principios, la gente como es debido. Entonces, del repugnado se apodera una ingobernable e infinita conciencia de distancia. Una conciencia de distancia que lo separa absolutamente.

De tal manera que, viéndose en esa situación, el repugnado piensa a veces que si por un momento, si pudiera invertir al menos, por algún peculiar procedimiento "magnético" (y aquí pide ayuda a la ciencia eléctrica), tal negatividad moral hasta dar, tan solo por un rato y en cierto sentido figurado y laxo, con todo aquello que lograra oponerse con la máxima eficacia de una polaridad inductante a ese tal rechazo compungido y virtuoso y molesto ante lo diferente, entonces quizá aún habría alguna esperanza, por mínima que fuera, para la simpatía humana.

10 comentarios:

  1. Que bien dicho todo.
    Tan bien dicho que no provocaría rechazo.
    Se hizo famosa una frase: "contra la intolerancia, tolerancia cero".
    Pero claro, suena más a situación política que moral.
    Yo estoy ya muy mayor y suelo ser intolerante en modos y maneras. Luego me dan arrebatos de culpa, pero en general, cuando me encuentro con la maldad vestida de inteligencia y formas me entra un arrebato de "defensa propia" y disparo.
    Es como un deja vu, sabes cómo va a acabar todo y antes de volver a pasar por ese viacrucis llegas a la coda.

    Tengo que pensar en ello.
    Beso enorme.
    M.

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  2. Ya no me acuerdo bien qué me movió a escribir eso (fue hace tres años)pero debió de ser después de algún gran encuentro familiar en el que suele aparecer esa gente "buenísima" (sean o no de la cofradía notoria)que en la conversación, más o menos siempre trivial de esa clase de encuentros, te da por relajar una milésima el ajuste con los lugares comunes obligados y dejas caer alguna pequeña observación bienhumorada y entonces ves como la sonrisa convencional se acartona en rictus, y en ese momento miras rápido al suelo porque se te ha caído algo o te pones a engullir con desenfreno. Algo de eso.

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  3. Seguro que este post está puesto desde ayer?. Y yo perdiendo la mañana... (en cuando al humor, me refiero). Muchas gracias.

    Me aclara PS que eres el mismo señor (lo de señor es por envejecerte un poco, por si acaso) que aparece en una Antología de Poesía Riojana (o algo así). Yo no me acuerdo nunca de las poesías, pero hay una que tiene palabras como "despues de las palabras... martes, jueves... solo hay sueño para los animales", me estoy confundiendo del todo?, la estaré mezclado con otra poesía?. Podría esperar a llegar a casa y consultarlo, pero no me da la gana (en resumen). Pues si es tuya... podrías ponérnosla en el blog, no?

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  4. No te confundes. Me ha hecho ilusión escuchar ese verso tan lejano. Al final de una nota que añado al post de la "Hermandad" se menciona al sujeto ese. Creo que ya no soy yo. O no lo sé. Me había prometido no poner un solo verso en el blog. Si te parece lo pongo aquí.

    "Manto Cubierto" (1972)

    X
    Después de la palabra las cosas inician su respuesta]
    la piel el traje las piedras
    el jueves el martes o la inferioridad
    los números de teléfono
    y los tranvías que bajan por la escalera]
    pagan el pasaje y se van para siempre al cielo]
    después de la palabra hay otras personas]
    la portera el sastre los barrenderos
    y la creencia en una cabeza vacía
    después de la palabra no hay una palabra]
    sólo hay sueño para los animales.

    De "Manto Cubierto", Logroño, 1982, p. 16.

    Ese poema, como gran parte del libro que citas, se escribió en Valladolid el año 1972 (más algún poema añadido en Górliz el verano siguiente). Servidor tenía 18 años. Hoy cumplo 53.

    En fin...

    Gracias por acordarte.

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  5. 18 años!!! Pues que listo eras, no?

    ¡¡¡CUMPLEAÑOS FELIZ!!!

    (yo es que nunca he sido muy imaginativa :-))

    Pues me encanta ese poema. Gracias por dejárnolo tan a mano.

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  6. Con un día de retraso te felicito, Javier. Con bastantes más te saludo y te envío un abrazo.

    Jesús

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  7. Gracias, Jesús. Un abrazo fuerte. Tiempo que no sabía de ti. Para mí sigue siendo la noche de hoy.

    Otro abrazo
    Javier

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  8. Javitxu, ha pasado JM por casa y te manda espachurres, vienen en octubre Arturo y otros más y tenemos que quedar, pasa por el foramen que ahí lo irán diciendo.

    Respecto a lo que cuentas...tu no has estado con mi familia de Bilbao detodalavida.
    En vez de rictus son ictus. Tenemos que hacer un corolario de las reus del Botxo, de no creer...

    Beso enorme a todos.

    M.

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  9. Gracias, pochola.
    Acabo de aterrizar. Disculparás mi deslizamiento en tu blog del otro día.
    No tenía buena noche. Será lo de cumplir años...
    Paso por el foro.

    Besos
    Javi

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  10. No sé a qué te refieres...:oP
    Tenías razón, como siempre.

    Fecha, 28 de octubre.
    Sábado, dile a Charo y haced planes, hay tiempo desobras y mases...

    Beso.

    M.

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Cariñosas las observaciones