domingo, 2 de julio de 2006

¿Y ahora? Un final.

Algo vagamente me sugiere que el pretendido retrato ya está completo. Quiere esto decir tan solo que el autor se ha cansado de rebuscar más testimonios en las viejos cuadernos, no, claro, que considere que haya dibujado ningún retrato pues posiblemente para ello sería el menos indicado. No le parece un retrato tampoco porque la posible persona que hubiera detrás nunca está contada. Lo que de ella pudiera haber aquí son sólo estos rasguños heterogéneos (por inconexos y deslavazados, nunca por variados) que ha dado en considerar significativos (o que se lo han parecido así antes que otros en el desentierro) y que podrían valer como ejemplos de sus humores y obsesiones.

Vistos desde dentro no cree observar en ellos la menor variedad ni el más mínimo movimiento. Algo así como una foto fija nunca lograda pero que se intentase una y otra vez conseguir sin otro resultado que los naturales cambios de postura o acomodos faciales inevitables. Considera que vive ahora en el mismo lugar mental que pudiera ocupar su alma cuando sintió lo que se cuenta en "La Piedra", salvados leves cambios circunstanciales de edad y experiencias.
Poca cosa, pues. Por otra parte, estos 25 trozos quizá hayan sobreimpresionado (al presentarse mezclados y con cierta tendencia a ir apareciendo en cronología inversa) el negativo con un barniz recargado de mortuoria quietud. No sé si se trataba de eso, pero eso ha resultado.

Todos esos detalles, si se los aprovechara juntos, y lo creo sinceramente, vendrían a ser el procedimiento más adecuado para alejar de la lectura de este blog con suma eficacia a todos aquellos internautas casuales que carezcan de una motivación afectuosa firmemente asentada en su trato personal con el autor.

Poco más le quedaría que contar para quienes hayan conseguido aguantar hasta aquí. Su sensación en este momento es la de que, por fin, aquí ya se acabara todo. Quizá para fortuna de tales hipotéticos visitantes. Más que blog, esto vendría a ser entonces un depósito previo a la destrucción higiénica de un pasado inexistente que, de manera provisional, se pone en el escaparate para atender la curiosidad de algunos amigos cariñosos.

Ni le queda nada ni ve por delante tampoco nada que pueda interesar a nadie demasiado. Así que el indolente se despide. Si cambiara la situación (lo que se le antoja harto improbable) se avisaría oportunamente.

1 comentario:

  1. Bueno, ya lo dice el título...indolencias.
    Pues ahora puedes ser un indolente, y dejar pasar los días sin poner nada o...venir a dejar lo que se te pase por la cabeza.
    Porque todos sabemos bien que una cosa es escribir bien y otra pensar en negro sobre blanco.
    La mayoría de las veces dejarás pensamientos, y de cuando en vez escribirás.
    Esto te va a venir muy bien, porque así conjurarás esa maldición gitana de la revisión revisión hasta que te parece bien pulido...y harás eso que algunos llaman oficio, que debe de ser estar dale que te pego a la cosa.
    Es lo bueno de los blogos estos, que dejas un pensamiento lila que se te ocurre, o una frase, o un trozo de vida.
    Es genial.
    Venga...sursum corda.
    Beso.
    M.

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Cariñosas las observaciones