domingo, 30 de diciembre de 2007

Verde Gabán


La conversación de la otra noche con J. V. ¡Qué difícil es conocer a una persona por los indicios de una charla de sobremesa tan de circunstancias e intentar saltar por encima de lo circunstanciado (muy numeroso aquella noche del 24 para quien escribe, y más aun a tales horas) y adivinar, completar un puzzle y hacerlo verosímil! ¿Qué habría más allá de los indicios, algunos tan llamativos como la afición al bridge (que de inmediato me convocó la imagen de Juan Benet -no me pregunten por qué-, o, si me lo preguntan, diría que por algunas menciones literarias que se hicieron, sobre todo al hablar de la novela Tristram Shandy en la versión española de Javier Marías, algo como si: Tristram Shandy+Marías+bridge = Benet o su fantasma)?

Lo que venía a cumplir el papel de eficaz pantalla de la "verdadera historia" era lo aparentemente más obvio: la figura de un hospedero de casa rural (y en su caso algo más: un pequeño castillo del XV con un anexo conventual del XVI terminado en iglesia) que a mediados de los 80 habría abandonado una vida de ejecutivo y regresado a la casa familiar para tentar ocupaciones de ganadero (un primer proyecto de cachemir abandonado a favor de otro de ganado lanar más convencional o quizá sólo para la venta de carne), industrial quesero (de cierto nivel y calidad, pero con dificultades de distribución y mercado por esa su misma exigencia: "si no me hubieran salido tan buenos desde el principio no habría tenido tantos problemas") y ahora, según parecía, la de hostelero de las alas sobrantes de su vivienda e incluso, aún en proyecto, de la iglesia adjunta, a la que pensaba, tras su restauración, emplear como local para festejos o bodas de un cierto copete (que en la foto no sale; está al extremo del ala en L que prolonga la casa fuerte).

La imagen del "bon-vivant" retirado del tráfago se complementaba con la de un lector exigente: refinamiento y estándares de corte británico que a mí me recordaban al canon importado por la generación de los 50-60 (Benet, Gil de Biedma, etc.) a partir de las menciones ejemplares que me hizo de Stevenson, Conrad, o El Buen Soldado de Madox Ford, etc., y, claro, las de Borges o Monterroso.

Y esa vaga sensación que queda a veces (y sin razón concreta) de alguien a quien hubiera merecido la pena conocer mejor.



lunes, 17 de diciembre de 2007

Llovidos callejones



39 [Aria. Echo. BWV 248] Flößt, Mein Heiland...


A veces has sentido una suave modalidad de la desaparición. Una especie de emparedamiento. Me acordaba el otro día de alguno de esos momentos. Cuando en una reunión se habla de cualquier cosa. Y entonces aparece la puerta, la ventana, y tú desapareces por ella. Como si dejaras de estar y te ausentaras del momento, y sucede a propósito de lo más trivial. Te acuerdas, entonces, de una escena: por ejemplo, la de una película china: la de una esquina callejera de ciudad llovida, como cierta Shangai de la memoria intemporal. Ella aparece con su gabardina casi transparente (no, eso no era una película china, era Blade Runner, la que salta por encima del escaparate y de los maniquíes. No, ésta no era, aunque no estaba tan mal aquella lluvia y su callejeo). Yo quería decir una película china que no he visto, pero sí recordaba haber visto una sola escena, la escena de la calle, del callejón, de las escaleras (y ahora se me cruza la figura algo fantasmal de Rafael Cansinos Asséns que también vivía en el fondo de un callejón llovido y había que bajar igualmente unas escaleras; allá, al fondo, olía a pis de gato y vivía con una su hermana soltera, y qué cabronazo podía ser cuando odiaba el tan cariñoso de Ramón Gómez de la Serna(1): pues eso, que al pobre de la cara de caballo lo odiaba a base de bien, a conciencia: no en vano había sido alumno de la Compañía).




 
No, pero tampoco era eso; era, más bien, un quedarse fuera, en algún lugar de Nadie cuando en el restaurante recordabas la escena de la película china desconocida, la del callejón de Shangai y la chica de la gabardina que bajaba a por algo o allegaba algo, alguna comida humeante, o no llevaba nada, pero la escena casi dolía, de su misma tensión aislada, como en algún extraño desfile (donde llevaban algo era en Blade Runner, era uno de esos nidos golondrineros en las manos, calentito, ¿o era una de esas “primaveras” churruscantes bajo la lluvia?). Se podía ver la temblorosa manera de bajar unas escaleras húmedas y el frío y la inclinación oblonga, un “enclín” antinatural, con gente apretrujada sonriendo obligada y ceremonialmente y entonces quisiste explicar lo que pasaba pero no se pudo. Así que mejor callarse cuando ya no estabas.

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(1) Hace unos días daba vueltas a ese “arranque” de la vanguardia española en una calleja parisina: Durante el viaje a París (1909), cuando Ramón visita el destartalado teatro de barrio y contempla el espectáculo nocturno de Colette-Willy y ve a La Polaire y piensa en la “blanca carne de lechazo”. Y escribe Revelación y la publica en Prometeo. Y, después, todo lo demás. En Automoribundia no lo vuelve a mencionar (cap. XXXI). Contarlo con fotos de las dos. A ver.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Aquellos amigos...

"Guido, i' vorrei che tu e Lapo ed io
fossimo presi per incantamento..."


Oigo la "Suzanne" de Leonard Cohen. Bueno, otros quizá se complazcan en perversiones más caras. Quiero decir que la escucho y, ya puesto, me trasiego el disco completo de las "songs": "Master song", "winter lady", etc., etc. Y me acuerdo de ellos, de todos, uno detrás de otro, por entonces, de ellos y de ella, sin orden previo alguno, un tanto barajados: ella quizá primero (por algo más que la cortesía) y ellos después. Aquellos años y esta tarde. Escucho "Master song" y "Marianne" y lo demás, y me veo metido en una curiosa discusión de por aquellas fechas, en el foro, no sé cómo ni por qué, en la que salía Antígona (¿o era Medea?) y alguien entonces hablaba por allí de George Santayana y todos acabábamos con alguna griega desmelenada y me acordé de Isadora Duncan esta mañana y otra vez esta tarde con el disco. Y ahora mismo suena "Marianne" en el disco aquel ( "and cry...and..."), el disco de la horrible contraportada ("so long, Marianne,...and cry") algo chirriante, como de unos 70 modernuzos, pero que yo la asociaba tanto con "Marianne", y la charla y la ocasión de aquel preciso entonces y ahora las notas de las "Sisters of Mercy" (¿las euménides", otra vez?). Y eso, que de este disco se trataba.

Algo que inevitablemente forma parte de mi "máscara", de su íntima trama, es esta particular clase de compuesto, de sopa de convento musical ("musical broth") capaz de arrastrar determinados "states of mind" de fecha tan alejada y reinventármelos ahora mismo cuando esa tal música suena por el cuarto. Enfermedad (seguramente). Léanse, una vez más, los avisos que dos entradas antes de ésta y en nota hago sobre el particular de un cierto rato semejante el otro día (son de Borges, oiga).

(ahora mismo: el acorde de guitarra con que se inicia "teachers"). ("and cry...")

sábado, 3 de noviembre de 2007

Creeley & Duncan, compañeros.






















AMOR

Hay palabras sensuales
como la carne
en su humedad,
su calidez.

Tangibles, dicen
confirmación,
consuelo
de ser humanos.

No pronunciarlas
abstrae
el deseo
y al final es su muerte.


BUENA NUEVA

Hemos perdido. No,
no hemos perdido el camino

pero hemos encontrado que el camino
es oscuro, difícil de seguir, y aun así
gozoso.

Lo que sostenemos no son más que
palabras. Sí, es difícil de contrastar

el valor que defendemos.

Dijimos que era oro. El alma

pesada contra la pluma de Maat.

Nuestro tesoro, la luz que en la cabeza del diente de león brilla,
aventados. "Mira, tu corazón sostiene
una causa perdida".

La luz casi invisible

semillas esparcidas, se elevan

caen sobre el aliento del aire

por todas partes y en la pesada tierra

encuentran refugio. Esta

la canción del dent de lion o del cardo

simientes de rumor de corazones hace tiempo

vencidos fes aventadas

que el ayre de la música arrastra.
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Al igual que sucede en la entrada anterior, aquí vendría bien un detalle de cierre : me refiero a la pintura de R.B. Kitaj A Visit to London (Robert Creeley and Robert Duncan) que se aloja en el Museo Thyssen. Siento que no pueda ser: en la página del Museo la imagen que acompaña a la ficha del cuadro aparece sustituida por la indicación "no disponible" (¡ay!). Véase http://www.museothyssen.org/thyssen_ing/coleccion/ficha1230.htm
Valga, pues, esto:
















(Resulta que mi amiga Miranda -atenta siempre a todo- encuentra el cuadro).
Gracias, Miranda.
Ahí están los dos.













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LOVE

There are words voluptuous
as the flesh
in his moisture,
its warmth.

Tangible, they tell
the reassurances,
the comforts,
of being human.

Nor to speak them
makes abstract
all desire
and its death at last.


From Robert Creeley, Later, New Directions, 1979, p. 18 (Collected poems 1975-2005, California University Press, 2006, p. 106).


GOD-SPELL

We have lost. No,
we have not lost our way

but we have found the way

dark, hard to make out, and yet
joyous.

What we hold to is no more than
words. Yes, it is hard to assay

the worth we hold to.

We said it was gold. The soul

weighd against Maat's feather.

Our treasure, the light in the dandylion head shining,
they wld blow out. "See, your heart holds to
a lost cause."

The light all but invisible

seeds scatterd abroad, rise

fall upon the breath of the air

everywhere and in heavy ground

find refuge. This

the song of the dent de lion or of the thistledown

seeds of a rumor from hearts long ago

defeated faiths blown out

the ayre of the music carries.


Robert Duncan, Bending the Bow, New Directions, 1968, p. 133.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Janet Baker-Orfeo para esos ratos fules



A veces la música te saca del sitio. Ese sitio de lo cotidiano, de las cosas feas de toda la vida. Te saca un poco, sólo un rato. Bueno, no hace falta mucho más.
No soy ningún melómano. Tenía una colección algo roñosa de vinilos que desenterré estas navidades porque los Magos me echaron un tocadiscos de plato y de vez en vez (cuando no se molesta a los hijos estudiosos) pongo alguno de los viejos microsurcos para convocar voces y melodías que entonces me acompañaban, que tuvieron conmigo esos sus momentos (1) y ahora, esta tarde precisamente, se me ocurre pedirle, una vez más, a Janet Baker, en figura de Orfeo, que, sin alejarse del necesario coro de furias, me cante su canto, me desgrane al oído las rodantes palabras italianas y antiguas:

[En 33:33] 



Chi mai dell'Erebo
Fra le caligini,

Sull'orme d'Ercole

E di Piritoo,

Conduce il piè ?

(...)
D'orror l'ingombrino

Le fiere Eumenidi,

E lo spaventino

Gli urli di Cerbero

Se un Dio non è!

Orfeo las trata de larve y ombre sdegnose y les pide que, al menos,
Vi, renda almen pietose
Il mio barbaro dolor!

y similares cosas poco optimistas, a lo que las furias, compadecidas, le dicen
Misero giovane!
Che vuoi, che mediti?

Altro non abita

Che lutto e gemito

In queste orribili

Soglie funeste.

Pero él, nada, tercamente en sus trece, va y responde
Mille pene, ombre sdegnose,
Come voi sopporto anch'io;

L'inferno mio ho con me,

Lo sento in mezzo al mio cor.


Precioso pasaje musical del Atto II del Orfeo ed Euridice de Christoph Willibald Glück, interpretado por Janet Baker(mezzo-soprano), Elisabeth Gale (soprano), Elisabeth Speiser (soprano), con el Glyndebourne Chorus y la London Philarmonic Orchestra bajo la dirección de Raymond Leppard en una grabación de 3 discos de Erato (750423), Editions Costallat, Paris, 1983.

Lo discreto sería haber colocado aquí abajo el mp3 correspondiente. Pero soy torpe en esos menesteres y seguramente carezco del utillaje imprescindible. Ya lo siento.
________________________
(1). El Joven Borges de "la nadería de la personalidad", en Inquisiciones, 1925, p. 103: “Tampoco soy las audiciones que escucho pues en tal caso debería borrarme el silencio y pasaría de sonido en sonido, sin memoria del anterior” o “basta caminar algún trecho por la implacable rigidez que los espejos del pasado nos abren, para sentirnos forasteros y azorarnos cándidamente de nuestras jornadas antiguas”, p. 96 de J. L. B., Inquisiciones, Alianza, Madrid, 1998.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Memoria y galletas

En el contexto de mi lectura intensa (no digamos eso tan operístico de "apasionada", aunque lo fuera) de los dos libros de memorias de Carlos Castilla del Pino, Pretérito Imperfecto y Casa del Olivo (1), me paseo por la red en busca de los comentarios y reseñas publicados a propósito (ambos libros magníficos, sí, aunque más logrado quizá el primero, e incompleto y un tanto amuñonado el segundo, al que le faltaría la contundencia e hilazón de aquél).
En el periplo me encuentro en Letras libres un apreciativo comentario de Juan Malpartida (apreciativo y sensible, pero quizá demasiado cebado en las hipótesis e inferencias que tientan como anzuelos al desgaire desde los balcones de la Casa del Olivo) y, al referirse al estilo de Pretérito Imperfecto y apreciarlo, no quiere pasar a otra cosa sin dejar de cepillarle una ligera mota que, según dice, lo afea: el uso de un detallismo "excesivamente" concreto y, según el crítico, carente de valor funcional (un tanto inútil y decorativo, vamos, y falto de una funcionalidad, por lo que parece, de carácter más que literario, "testimonial histórico"). Y da un ejemplo.
Y entonces yo me digo: "Vaya, ese ejemplo es precisamente el que más gracia me hizo al leerlo: el de don Federico y las "galletas María".
Para el lector que no conozca Pretérito Imperfecto: uno de los personajes más atractivos de su primera parte es el del viejo krausista don Federico, "el preceptor" libre (¿ una especie de "privatdozent"? No. Eso era otra cosa) del niño Castilla, la figura del verdadero "maestro", un doble en San Roque del "maestro ideal" venerado: don Santiago Ramón y Cajal. Austeridad y sobria elegancia natural de lo impretencioso eran los rasgos del llamado estilo institucionista (el de los seguidores del ideario educativo de don Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, de cuyo maestro fundador, don Julián Sanz del Río, había sido discípulo Eusebio Ruiz Chamorro, padre de don Federico Ruiz Castilla) y lo son de nuestro personaje, es decir, los del maestro que se ofrece a enseñar socráticamente cuanto sabe al niño Carlos Castilla.
En su descripción física quizá destaquen especialmente dos rasgos (no tengo el libro delante; hablo del recuerdo de mi lectura): el sorprendente atildamiento en el vestir que se gasta don Federico (vestía dentro de casa, viene a decir, como si fuera a visitar al Presidente de la República) y la austeridad: merendaba "un café con leche y tres galletas María".

Me pareció que la imagen redondeaba la presentación del personaje: un detalle circunstancial que implicaba una caracterización moral.
De ahí mi sorpresa al leer lo siguiente:

"¿Qué importancia puede tener dentro de la obra que uno de sus profesores tomara un café con leche con "tres galletas María"? Pongo un ejemplo entre muchos: Castilla del Pino lo escribe porque lo recuerda (estoy seguro de que fueron tres y no dos), y ese tic dice algo de su psicología, pero el dato es prescindible." (2)

Las cosas se ven de maneras tan diversas que cualquiera diría que fueran otras que las que se ven.

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(1)Carlos Castilla del Pino, Pretérito Imperfecto y Casa del Olivo, Círculo de Lectores, Barcelona, 2007 [Tusquets, Barcelona, 1997 y 2004]. La imagen de las "galletas María" en Pretérito Imperfecto, pág. 140 de la ed. citada. Inolvidable la escena en que la Lulú de El Árbol de la Ciencia barojiano se parapeta tras una "muralla" de sillas y mesas para poderles soltar "cuatro frescas" a sus hermanas y a su madre sin que ellas puedan, por su parte, hacerla callar: una sola imagen concentrando todos los rasgos del personaje.
(2) Juan Malpartida, "Carlos Castilla del Pino: la casa de la memoria" en Letras Libres, 26 de junio, 2005, pág. 27a
http://www.letraslibres.com/index.php?art=10527

Aprovecho la posibilidad que da Letras Libres para adjuntar comentario a los artículos y apostillo así:

Parece mentira, señor Malpartida, que se haga semejante pregunta. Además de tratarse de una "autobiografía", pues así titula el autor su libro Pretérito Imperfecto, por fortuna se trata también de literatura y de la buena (como en otro lugar no deja de reconocer usted) y eso es así porque posee estilo y uno de los rasgos de estilo de la literatura moderna (representada en nuestro país, entre otros, por Baroja, un novelista muy bien leído por Castilla) es un concreto empleo eficaz de la imagen significativa en función definidora de personajes o situaciones a los que se aplica (se le han dado muchos nombres: desde "detalle luminoso" o "significativo", "correlato objetivo", etc.) y tiene precisamente en esas "tres galletas María" un muy pertinente ejemplo en el contexto de la caracterización de don Federico Ruiz Castilla, cuyo padre, Eusebio Ruiz Chamorro, era discípulo de don Julián Sanz del Río, el padre del krausismo, el "padre fundador" de la Institución Libre de Enseñanza, y cuyo espíritu representa aquí ante el niño Castilla precisamente don Federico en esos rasgos de moral laica y austeridad que a ojos del admirado infante se ven concretados y potenciados gracias a la levemente ironizada imagen de la frugal merienda: "café con leche y tres" (sí tres y no dos, universales y casi laicamente santificantes) galletas María". Nada mejor. Le vemos. Ya no lo olvidamos.

Aparte esta apostilla, leo con gusto su atinado comentario.
Atentamente
Javier

(enviada a Letras Libres)

domingo, 2 de septiembre de 2007

Americana, un proyecto

Mi buen amigo Alfonso insiste en que "ya me vale". Con ello quiere decir (pues me conoce desde hace tiempo) muchas cosas en una sola locución coloquial que las compendia a todas y las embute en tres palabras: "ya te vale, tío".

Vengo trasteando con libros poéticos americanos... ¿desde cuándo? Me pongo añorante y rememorativo y se me aparecen Mario y Alicia (Mario Hernández, profesor de Literatura en la Autónoma de Madrid por entonces, y amigo desde los años de Valladolid, y Alicia, su mujer). Aquella tarde en la madrileña librería Turner (compruebo, gracias a la manía anotadora de libros de la que me he ido liberando, que fue la tarde del 14 de febrero de 1976) cuando me llevé los Selected Poems, la del prólogo de Eliot, y los Selected Cantos de Ezra Pound. También estaba la edición íntegra de los Cantos en la misma y británica Faber, pero para eso había que esperar un poco más y conocer en el 79 a Alfonso y que él me la regalara; por ahora, o por entonces, como recuerdo que me dijo Mario, "confórmate con ésa. Ya tienes bastante" o algo parecido. Esos dos libros inician una colección que si miro a la izquierda (a las 10, que diría un aviador en las Marianas) veo que ocupa nueve estantes (unos 300 títulos de muy variados grosores: desde el fino libro suelto al grueso tomo de Collected). No todo es americano, claro, pero sí la mayor parte: lo británico aparece tan solo representado por lo más esencial de la tradición y de una manera un tanto subsidiaria: algunos por clásicos y otros por filo-americanos. Durante un tiempo Ezra Pound concentró todo el interés; y que esa pasión sigue viva quizá sea algo en lo que no haga mucha falta insistir para el lector de este blog. Creo que hay indicios de su presencia, aunque no le haya dedicado ninguna entrada monográfica.

Durante los 80 y parte de los 90, es decir, antes de que el invento del ordenador diera paso al invento de internet y ésta desarrollara un mercado internacional de libros de primera y, sobre todo (para economías como la de un servidor), de segunda mano, había que escoger mucho y, siendo uno ignorante de casi todo y tan solo provisto de "afición", y sin catálogos de editoriales y pidiendo a ojo, las cartas a una librería de Cambridge (la única librería del mundo anglosajón existente por entonces para quien les habla, Heffers: carera y rácana y de trato británicamente aloof y casi odiosa)...pues, en esas circunstancias, había que andarse con mucho ojo para pedir algo en esos mundos tan nublados (1).

Se pedía Pound y aledaños. Los de su quinta y su escuela. Gracias a Kevin Power y a su libro Una Poética Activa (Editora Nacio- nal, 1978, por aquel entonces de lo poco que se podía leer aquí sobre poesía y poéticas americanas contemporáneas), los autores y los títulos (y gracias a que algunas editoriales, como la benemérita Black Sparrow de Santa Rosa, California, o New Directions de Nueva York, o la ya desaparecida North Point Press de San Francisco, enviaban, además del libro, su catálogo) fueron lenta, muy lentamente, aumentando. Empezó a haber colección. Pero siempre estaba al acecho la pregunta: "¿Es esto todo?", o mejor "¿Dentro del todo que podría ser esto, es un todo real, fiable (como cuando dices con seguridad "esto es todo") o se trata de un todo "falso" o tan solo "provisional" como cuando hipotéticamente ignorante de la existencia del papel moneda respondieras a la orden de "coge todo el dinero de la mesa", y de la mesa con su sobre de 500 euros y dos moneditas de 20 céntimos te limitaras a esto último porque hacías una ecuación (dinero=moneditas) insuficiente? Y así los poetas en un mundo sobresaturado, entre otras cosas, de poetas y, también, de poetas americanos, y, dentro de ellos, de poetas americanos modernos.
Carecía de información y no sabía quién era cada quién en relación con sus vecinos (también poetas, y modernos, y americanos). Luego no era todo y ni siquiera había un todo del que poder extraer sucesivos todos más pequeños por eliminación de sobrantes (todos).
Pero apareció La Red, Internet y con ella las librerías de segunda mano (santas, santas, santas) como "Abebooks" y "Amazon" y las páginas de editoriales, de autores, de libros, de todo. Y el particular dibujo que del "todo" (poético norteamericano) se perfila en la red: el mapa que andábamos buscando. Ahora hay un mapa. ¿Que este, el de la Red, no es el único "mapa" y que hay muchos otros posibles? Pues, claro. Pero, al menos ahora, el propio capricho tiene una linde donde encerrar el todo que buscaba y sobre el que poder construir el asímismo propio e inestable y renuente y móvil y particular Patio Total Poético Norteamericano del Siglo Pasado y el que empieza.

De esto o de algo parecido es de lo que me empezaba a in- quirir mi amigo Alfonso con su famosa frase "ya te vale, tío". Se refería a una Antología Per- sonal de poesía norteamericana que, incons- cientemente, pudiera haber estado este servidor barruntando desde hace un tiempo y que bajo el título de Americana, él, Alfonso, como editor principal de AMG editor, en su caso muy eventual hasta se hiciera cargo si así terciaba. Y que me lo pensara. Pues algo de eso he venido haciendo estos últimos días de agosto...
__________
(1) Creo que trato injustamente a la ilustre y cantabrigense Heffers. Me lo sugería Bernd cuando se lo comenté; es decir, le hablé de los palos de ciego, de pedir un libro con datos insuficientes y que te enviasen una "chapuza" que nada tenía que ver con lo que buscabas. Claro, ellos estaban acostumbrados a los clientes expertos, y con quien yo me enfadaba era con mi desvalida inepcia.

martes, 31 de julio de 2007

Joseph Ceravolo

Nacido en 1934 en Astoria Queens (Nueva York), hijo de padres inmigrantes italianos de Calabria que trabajaban como sastre y modista para los almacenes Saks de la Quinta Avenida. Estudia ingeniería civil en el City College. Empieza a escribir en 1957, en los Alpes, para ocupar las largas guardias nocturnas durante su servicio militar en Alemania. En 1959 conoce a Kenneth Koch en el Taller de Poesía que éste impartía en la New School for Social Research de Manhattan.
Publica en ediciones de difusión minoritaria casi toda su obra (Fits of Dawn, 1965, Wild Flowers Out of Gas, 1967, Spring in this World of Poor Mutts, 1968, Transmigration Solo, 1979, Millenium Dust, 1982). Collected poems, editado por Rosemary Ceravolo and Parker Smathers, introducción de David Lehman, Wesleyan University Press, 2013.
Fallece en 1988 de un cáncer de vesícula no detectado a tiempo.



MOSCA

Las luces encendidas;
carne junto al cuerpo.
Beber del vaso
y la marea
te mece en mis brazos.
Una membrana de sabiduría
en los labios. Escupo.
Nada cambia.
Las luces encendidas.
El ruido de las olas
en medio del tráfico. Froto tu cuerpo.
Me sostienen: las olas.
Una mosca se posa
en el vaso.
Canta una canción
con nervio.
Y la marea
sentida por
los pájaros -- comestibles
regresa en
el sueño de una metropoli.
Las moscas plenas de
energía, plenas de luz, se posan.


________
Joseph Ceravolo, The Green Lake is Awake. Selected poems by JC. Introduction by Kenneth Koch; editors: Larry Fagin, Kenneth Koch, Charles North, Ron Padgget, David Shapiro and Paul Violi, Cofee House, Minneapolis, 1994, p. 58.


FLY

The lights are on;
flesh is next to the body.
Drinking out of the glass
and the tide sways
you in my arms.
A membrane of wisdom
on the lips. I spit.
Nothing is changed.
The lights are on.
The sound of the waves
through the traffic. I rub your body.
Hold me: the waves.
A fly alights
on the glass.
It sings a song
with a nerve impulse.
And the tide
noticed by
the birds---fit to eat
comes back in
the dream of a metropolis.
The flies full of
energy, full of light, alight.

sábado, 28 de julio de 2007

Trakl y las "larvae argenteae"

Mi amigo Harry, desde su blog, me incitaba el otro día a buscar rastros de ese juguete o amuleto romano de plata que en figura de esqueleto articulado coloca un esclavo sobre la mesa durante la cena de Trimalción del Satiricón de Petronio (cap. 34). La "larva argentea" debía ser un objeto decorativo y lujoso en las mansiones opulentas. Varios manuales las mencionan e incluso reproducen alguna. No he logrado verlas, aunque al principio, y paramnésicamente, la confundí con alguna representación del mismo motivo en mosaicos.

Así estaba la cosa, cuando esta mañana casualmente doy con el asunto en un verso de un poeta austríaco que me es muy querido: Georg Trakl.

El poema que reproduzco (en la única versión española que de ese poema tengo a mano: la de José Luis Reina Palazón):



ALMA DE NOCHE
Tercera versión

Silencioso descendió del bosque negro un venado azul,
el alma,
pues era noche, sobre escalones musgosos una nívea fuente.

Sangre y tumulto de armas de tiempos pasados
murmuran en el valle de pinos.
La luna brilla suave en estancias derruidas,

ebria de oscuros venenos, máscara argéntea
sobre el sueño de los pastores inclinada;
cabeza que abandonaron sus sagas en silencio.

Oh, entonces abre aquél las lentas manos
que se pudren en sueño-purpúreo
y argénteas florecen las flores del invierno.

En la linde del bosque irradian los lúgubres caminos
a la pétrea ciudad;
a menudo llama desde la negra melancolía la lechuza al ebrio.

incluye lo que en la versión de Reina Palazón es "máscara argéntea" y en la inglesa "silver larva" y que reproduce el original "silberne Larve". ¿Es intención del poeta que, a modo de símil lunar, veamos el esqueleto articulado romano o no? En alemán la palabra "larve" parece tener los sentidos de "larva" de insecto y de "máscara". La versión inglesa, al decir "larva", parece apuntar hacia el argénteo esqueleto pues "larva", en inglés, aparte de su sentido entomológico, tiene también el mismo valor de "espectro" o "fantasma" que en latín.
___________
El poema citado en Georg Trakl, Obras Completas, edición y traducción de José Luis Reina Palazón,Trotta, Madrid, 1994, p 162. En pág, 161 se traduce como "plateada máscara" la "primera versión" del mismo, aunque en este verso el poema no sufre modificación alguna en sus tres versiones sucesivas. Creo que hay nuevas traducciones españolas de la obra íntegra de Trakl a las que en este momento no tengo acceso; sólo dispongo de las selecciones de Aldo Pellegrini, José Miguel Míguez y Angélica Becker que no incluyen el poema en cuestión.
En las direcciones
http://www.literaturnische.de/Trakl/index-trakl.htm
http://www.literaturnische.de/Trakl/english/index-trakl-e.htm
se puede encontrar texto original y versión inglesa de su obra a cargo de Jim Doss y Werner Schmitt.

Añado el original alemán y la versión inglesa del poema:

Nachtseele3

Schweigsam stieg vom schwarzen Wald ein blaues Wild
Die Seele nieder,
Da es Nacht war, über moosige Stufen ein schneeiger Quell.

Blut und Waffengetümmel vergangner Zeiten
Rauscht im Föhrengrund.
Der Mond scheint leise in verfallene Zimmer,

Trunken von dunklen Giften, silberne Larve
Über den Schlummer der Hirten geneigt;
Haupt, das schweigend seine Sagen verlassen.

O, dann öffnet jener die langsamen Hände
Verwesend in purpurnem Schlaf
Und silbern erblühen die Blumen des Winters

Am Waldsaum, erstrahlen die finstern Wege
In die steinerne Stadt;
Öfter ruft aus schwarzer Schwermut das Käuzchen den Trunkenen.

(En http://www.literaturnische.de/Trakl/texte.htm#brenner)

Night Soul3

Taciturnly a blue deer descended from the black forest,
The soul,
When it was night, a snowy wellspring over mossy stages.

Blood and weapon-turmoil from bygone times
Murmur in the pine ground.
The moon shines quietly in decayed rooms;

Drunk with dark poisons, silver larva
Inclined over the slumber of the shepherds;
Head, which silently abandons its legends.

O, then the other one rotting in purple sleep
Opens the slow hands
And silverly the flowers of winter bloom

At the forest’s edge, the sinister ways
Into the stony city glisten;
Oftener out of black gloom the screech owl calls the drunkard.

(http://www.literaturnische.de/Trakl/english/sonst-e.htm#nightsoul3)

sábado, 21 de julio de 2007

Talleres de promisión

Detesto al hombre que sabe que sabe, nos recuerda Louis Menand(1) que dijo Oliver Wendell Holmes, el Juez de Jueces de América. Un hombre escéptico por experiencia negativa de las grandes certezas. Sin embargo, la tradición puritana en los Estados Unidos, la condición cuasirreligiosa de su democracia, parece que siguen pesando en sus instituciones y, sobre todo, en la mentalidad general. ¿Quizá ya no es así? No lo sé.

De vez en cuando te encuentras simultáneamente con dos cosas que te producen sentimientos contradictorios y no sabes muy bien cómo responder a ellas: la primera es la extensión casi universal en los Estados Unidos de los Talleres de Escritura Creativa (Workshops of Creative Writing) en la Universidad (¿En otros tramos del sistema educativo también y de manera similar? No lo sé). Cosa interesante quizá en principio: pues ha dado de comer a muchos poetas y escritores de valía que, de no ser así, se las hubieran visto y deseado. Supongo que su influencia y la eficacia sociales de su labor serán discutibles e irregulares: en un país como ese tiene que haber infinitas variantes de la eficacia y el provecho en el ejercicio de una actividad académica que se ha generalizado a todo el complejo educativo universitario. La segunda de las cosas era que, en esa propuesta concreta de Taller de Escritura Creativa se presentaba como novedad una variable "ética" del habitual concepto de escritura, y se relegaba, en cambio, a un papel secundario cualquier consideración estética. Quizá el planteamiento de esas contraposiciones ("estética" versus "ética") tan artificiales (siempre terminan estas cosas con la exaltación de los grandes conceptos por vía divinal y sus correspondientes convicciones igualmente ostentosas: los unos de la una y los otros de la otra) fuera lo más antipático del asunto. En este caso la nueva deidad era la ética, que hallaría inusitadas oportunidades en la actividad de los talleres para potenciar eficazmente el crecimiento moral de sus practicantes si sabían distanciarse de entorpecedoras y secundarias preocupaciones estéticas.

Me pregunto, más allá de cualquier otra cuestión: ¿si esos talleres se ocuparan quizá tan solo de enseñar a escribir decorosamente a sus alumnos (y se dejaran de cualquier otro tipo de canciones) no tendrían ya la misión bastante cumplida? Pues, si bien lo consideramos, y se diese ese fruto de su labor, ya habrían alcanzado muy notables metas éticas.

N.B. Respecto al problema de la relegación de las prioridades estéticas. Francamente yo no sé si quien se propone escribir ese tipo de producto que llaman Una Obra Maestra de la Literatura tiene la mano en el pomo de la Puerta de Cuerno o en el de la Puerta de Marfil de su Torre en la Calle Ebúrnea. Y tampoco me importa mucho. Tan solo más tarde te diré, claro, si me interesa leer la tal obra y si ese interés es persistente. Te lo diré después. Todo lo demás (la teoría de las posibles relaciones o independencias de la ética y la estética en la creación literaria o la contraria o ninguna de entrambas) la verdad es que tienen para conmigo la misma fuerza de convicción que la metafísica (es decir, la de una obra artística).
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(1) Louis Menand, El Club de los Metafísicos. Historia de las ideas en América [The Metaphysical Club: A Story of Ideas in America, Farrar, Straus, and Giroux, New York, 2001] , Destino, Barcelona, 2002, pág. 74 y ss. No acaba de gustarme la versión española de la frase de Holmes ("que sabe lo que sabe"). Entonces me doy cuenta de que don Antonio Machado ya había dado en su momento con la frase exacta: "el hombre al uso que sabe su doctrina".

viernes, 20 de julio de 2007

Se siente



¿Qué se siente?

La sensación que se siente después de haber cometido una torpeza debe ser parecida o la misma a la que se siente cuando se siente una notable pérdida de suelo: casi todas las tarimas (o baldosas, si es el caso) desaparecen y se acaba por ver algo muy parecido a lo que dibuja Escher en alguno de sus famosos trampantojos: estás pisando un suelo blando y lo que hay detrás de esa huella con agua de lluvia no es agua de lluvia reflejando el cielo, sino el cielo mismo, o mejor en este caso, el mismo infierno al que ya te estás cayendo. Ay, que me caigo. Y antes del "qué" ya estás abajo. Cuesta decirlo y caerse casi lo mismo que cuesta cometer la torpeza bienintencionada (más torpe, por lo general, aún si cabe que la malintencionada, pues que esa al menos se agarra de la potencia de la mala intención y se medio aguanta, y casi se sostiene; la primera, no: cae redonda y sin pasamanos ni bastón, y parece vestida incluso de hipocresía). Mejor te hubieras callado. No. No lo has hecho, aunque no puedes decir que no pensaste durante una mínima fracción de segundo antes de cometerla que pudieras estar a punto de pisar la famosa huella de la condenación. Sé sincero: lo pensaste o lo barruntaste al menos. Y justo en el instante en que el pensamiento parecía adoptar la posición de prudencia, sin llegar al "no lo hagas", antes del "hagas" ya habías dado el paso, mientras tu huella, en lo alto, te veía caer.

lunes, 16 de julio de 2007

Gibbon y Mor de Fuentes

Ya venía leyendo a Gibbon (La Decadencia y caída, 1776-1788) en los tres bloques ladrillaceos de la edición Penguin(1994) desde que los Reyes del 2002 me los pusieran aquel enero. Después me hice con la versión de Carmen Francí del compendio- florilegio que fabricara Saunders sobre el original (reducidas las 3300 págs. que ocupa en la edición Penguin a las 480 en la española editada en Alba-Círculo de Lectores, 2001). Nada sabía por entonces de la versión de don José Mor de Fuentes (Bergnes, Barcelona, 1842) no hace tanto reimpresa en facsímil (Turner, 1984, 8 vols.), hasta que ahora la veo "reeditada" por la misma Turner (Madrid, 2006, 4 vols.) o, digamos, "reconstruida" por cuatro traductores o "calafateadores" que la han purificado de las adherencias indeseables del casticismo de don José hasta volverla aceptable a los oídos modernos. ¡Que odiosas transfusiones todas ellas, sí, desde la resumidora del Saunders hasta esta de "repintado" o desbastado y modernización! Dice la señora Francí en un comentario que don José tenía ese defecto como traductor, el del exceso casticista, por lo que, según parece, con esta "depuración" se le ha querido librar ahora de semejantes "vejeces" (¡ay! la lengua moderna, sigue la señora Francí, ha prescindido de tales antiguallas idiomáticas y ha derivado hacia un cierto "galicismo"; ese mismo que procuraba evitar don José en su versión). Que haya lectores, como Gimferrer, que gusten de leer a Gibbon en el original y, a la vez, que se deleiten con la traducción "castiza" del ilustrado Mor de Fuentes, a la señora Francí se le antoja una "rareza" (precisamente en un libro así titulado, Los raros, cataloga Gimferrer a Mor de Fuentes). Cuando leía esas tan juiciosas apreciaciones (que serán las mismas que han llevado al "arreglo" actual de la nueva versión que motiva estas líneas) pensaba para mí: "pues entonces ya somos dos: yo también hubiera querido tener la traducción de Mor auténtica (y quizá me la procure) antes que esta reparada que, en definitiva no es ni de la genuina carne casticista y aragonesa de don José Mor ni del pescado de la correcta traducción normalizada y contemporánea". Un híbrido.
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Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of The Roman Empire, edited by David Womersley, Penguin Books, 1995, 3 vols. [I-CXI+1114; 1009; 1353]. E.G. Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, edición abreviada de Dero A. Saunders, Traducción de Carmen Francí Ventosa, Círculo de Lectores, Barcelona, 2001, 479 págs. E.G. Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, Traducción original de José Mor de Fuentes [adaptación de Gonzalo Blanco, Liliana Cosentino, Conrado Ferre y Verónica Zaccari], Turner, Madrid, 2006, 4 vols.

Mor de Fuentes en la red:
Sobre El Bosquejillo y otras obras

http://www.saltana.org/1/tsr/57.html
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12362749710145940987213/index.htm
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02122952/articulos/DICE9090110113A.PDF
Comentario de Carmen Francí a la versión de Gibbon (incluye un resumen biográfico de Mor)

http://www.saltana.org/1/tsr/51.html
Sobre Gibbon

http://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Gibbon


Una muestra

It is incumbent on us diligently to remember that the kingdom of heaven was promised to the poor in spirit, and that minds afflicted by calamity and the contempt of mankind cheerfully listen to the divine promise of future happiness; while, on the contrary, the fortunate are satisfied with the possession of this world; and the wise abuse in doubt and dispute their vain superiority of reason and knowledge.
We stand in need of such reflections to comfort us for the loss of some illustrious characters, which in our eyes might have seemed the most worthy of the heavenly present. The names of Seneca, of the elder and the younger Pliny, of Tacitus, of Plutarch, of Galen, of the slave Epictetus, and of the emperor Marcus Antoninus, adorn the age in which they flourished, and exalt the dignity of human natures. They filled with glory their respective stations, either in active or contemplative live; their excellent understandings were improved by study; philosophy had purified their minds from the prejudices of the popular superstition; and their days were spent in the pursuit of truth and the practice of virtue. Yet all these sages (it is no less an object of surprise than of concern) overlooked or rejected the perfection of the Christian system. Their language or their silence equally discover their contempt for the growing sect which in their time had diffused itself over the Roman empire. Those among the who condescend to mention the Christians consider them only as obstinate and perverse enthusiasts, who exacted an implicit submissin to their mysterious doctrines without being able to produce a single argument that could engage the attention of men of sense and learning.

(Texto original. Chap. XV, ed. Penguin, vol. I, 510)
Lo tomo de http://www.saltana.org/1/tsr/53.html donde, por error, se atribuye al capítulo XIV.
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No cabe prescindir del recuerdo sublime de que fue prometido el reino de los cielos al escaso de alcances, y que los ánimos acosados por la desdicha y el menosprecio de las gentes escuchan placenteramente la oferta divina de una bienaventuranza venidera, al paso que, por el contrario, los dichosos se dan por satisfechos con la posesión de este mundo, y allá los sabios devanean sin término con sus dudas y contiendas por sobresalir con su agudeza y sabiduría.
Tenemos que acudir a estas reflexiones para rehacernos un tanto de aquel descarrío de personajes esclarecidos que, en nuestro concepto, eran sumamente acreedores del regalo del empíreo. Los nombres de Séneca, de entrambos Plinios, de Tácito, Plutarco, Galeno, el esclavo Epicteto y el emperador Marco Antonino hermosean el tiempo en que vivieron y realzan la excelencia de la naturaleza humana. Desempeñaron esclarecidamente sus peculiares cargos, ya en la vida activa, ya en la contemplativa; perfeccionó el estudio sus grandiosos entendimientos; había acrisolado la filosofía sus pechos de las vulgaridades de la superstición popular, y dedicaron sus días a buscar la verdad y practicar la virtud. Mas todos estos sabios (no es menos doloroso que extraño) se desentendieron o se desviaron de las sublimidades de la religión cristiana. Silencio u habla al par están demostrando su menosprecio de aquella secta asomante, que en su tiempo se había derramado por todo el imperio romano. Los que se allanaron a nombrar a los Cristianos los conceptúan como entusiastas pertinaces y malvados que se empeñaban en requerir un rendimiento rastrero a sus doctrinas misteriosas, imposibilitados de alegar una sola razón que mereciese el aprecio de sujetos sensatos e instruidos.

[Mor de Fuentes, 1842]
Copiado de http://www.saltana.org/1/tsr/53.html. Modernizo la grafía.
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Debemos recordar con diligencia que se prometió el reino de los cielos a los pobres de espíritu, y que los individuos afligidos por la desgracia y el desprecio de las gentes escuchan con alegría la promesa divina de felicidad futura; por el contrario, los afortunados quedan satisfechos con las posesiones que tienen en este mundo, y los sabios abusan de la duda y disputan por ser superiores en razón y conocimientos.
Estas reflexiones resultan necesarias para consolarnos por la pérdida de algunos personajes ilustres, que a nuestros ojos podrían haber parecido los más dignos de un regalo celestial. Los nombres de Séneca, de Plinio, tanto el Viejo como el Joven, de Tácito, de Plutarco, de Galeno, del esclavo Epicteto y del emperador Marco Antonino embellecen la época en que florecieron y exaltan la dignidad de la naturaleza humana. Cubrieron de gloria sus respectivos cargos, fuera en la vida activa o contemplativa; su excelente entendimiento mejoró con el estudio, y, después de que la filosofía purificara su mente de los prejuicios de la superstición popular, dedicaron sus días a la búsqueda de la verdad y a la práctica de la virtud. Sin embargo, todos estos sabios (cosa que resulta tan sorprendente como preocupante) despreciaron o rechazaron la perfección del sistema cristiano. Tanto su lenguaje como su silencio revelan el desprecio que sentían por aquella secta que en su época se había extendido ya por todo el Imperio Romano. Aquellos que se dignan a mencionar a los cristianos los consideran tan sólo unos entusiastas perversos y obstinados que exigían una sumisión implícita a sus misteriosas doctrinas sin ser capaces de producir un solo argumento que pudiera atraer la atención de los hombres sensatos y sabios.

[edición resumida de Saunders, versión de Carmen Francí, Círculo de Lectores,2001, p. 229]
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Nos incumbe recordar cuidadosamente que el Reino de los Cielos fue prometido a los pobres de espíritu, y que los ánimos acosados por la calamidad y el menosprecio de los hombres escuchan placenteramente la oferta divina de una bienaventuranza venidera; mientras que, por el contrario, los dichosos se dan por satisfechos con la posesión de este mundo, y los sabios devanean sin término con sus dudas y disputan su vana superioridad de razón y conocimiento.
Tenemos que acudir a estas reflexiones para rehacernos de la pérdida de algunos personajes ilustres que, en nuestro concepto, eran los más dignos a los dones celestiales. Los nombres de Séneca, de ambos Plinios, de Tácito, Plutarco, Galeno, del esclavo Epícteto y del emperador Marco Antonino adornaron la época en que florecieron y exaltaron la dignidad de la naturaleza humana. Llenaron de gloria sus respectivos cargos, tanto en la vida activa como contemplativa; el estudio perfeccionó sus excelentes entendimientos; la filosofía purificó sus almas de los prejuicios de la superstición popular, y dedicaron sus días a buscar la verdad y practicar la virtud. Pero todos estos sabios (no es menos doloroso que extraño) pasaron por alto o rechazaron la perfección de la religión cristiana. Su palabra o su silencio descubren igualmente su menosprecio hacia aquella secta creciente, que en su tiempo se había difundido por todo el Imperio Romano. Los que condescienden a nombrar a los cristianos los consideran como entusiastas obstinados y perversos que se empeñan en requerir una exacta e implícita sumisión a sus doctrinas misteriosas, sin ser capaces de alegar una sola razón que pueda llamar la atención de los hombres sensatos e instruidos.

[edición “reparada” sobre la versión de Mor de Fuentes, Turner, 2006, tomo I, p. 379]

domingo, 17 de junio de 2007

Tom Raworth

Interrumpo esta serie americana con un británico (aunque creo que, como poeta, no se empeña demasiado en ser británico y es muy amigo de algunos americanos de los que han ido saliendo en este blog, y especialmente de dos: Creeley y Edward Dorn). Tenía por ahí suelto ese borrador de traducción (una comprobación de que lo que se pierde en estos trasvases es casi todo).

Nacido (1938) y educado en Londres. Ha viajado durante los 70 por Estados Unidos y México. Desde el 1977 es "poeta residente" en el King's College de Cambridge. Autor de más de 40 títulos de poesía (desde pequeñas plaquettes casi inencontrables a libros, antologías, o colaboraciones varias con artistas gráficos o músicos tanto en Inglaterra y Estados Unidos como en Francia, Italia, etc.).

Los Collected Poems, Carcanet, Manchester, 2003 recopilan por primera vez el conjunto de su obra.


SIGNIFICADO

Soy mi propio sueño no el martillo
de libros con números
no el análisis
no la nada del futuro
niños cálidos
pupitres amarillos autobuses azules
racimos de semilla de estrella
sacadme de las cortinas y llevadme a los colores:
radios de madera
no seré
ningún stalin de la memoria
ningún hitler de la forma
escribiré por nada
más que la marejada sonora
primera noche roja estrella brilla
botas con agujeros en lugar de tacones.

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meaning

i am my own dream not the hammer
of books with numbers
not the analysis
not the nothing of future
warm children
yellow benches blue buses
star seed clusters
take me from curtains to colour
wooden radios
i will be
not the stalin of memory
nor the hitler of form
i will write for nothing
but the surge of sound
first night red star shines
boots with holes for heels

De la serie "Message Bottle" en Four Door Guide, Street Editons, Cambridge, 1979 (Collected poems, Carcanet, 2003, p.232)

miércoles, 23 de mayo de 2007

David Shapiro

Newark, New Jersey, 1947. Como el anterior pertenece al grupo neoyorquino en su segunda generación. Publicó su primer libro (January, 1965) a los 18 años. Kenneth Koch, Frank O'Hara y Ashbery son sus mentores iniciales (es autor del primer estudio monográfico sobre Ashbery). Profesor de historia del arte en la William Paterson University y crítico de pintura (es autor de estudios sobre Jasper Johns y el expresionismo abstracto).

Escojo un poema de su antología New & Selected Poems(1965-2006), The Overlook Press, NY, 2007, p. 40-41


Para la Princesa Hello

Puentes que, un tanto por motivo de ausencia,
como los circos, han cambiado de lugar,
y la madera pudre en razón de la circunstancia
y, así lo creo, por motivo de su compromiso
con la luz, y algo semejante a la luz,
cuyo voltaje acabará por agostarse,
estos puentes que llegan como todos los puentes
para cambiar y ser repintados.

La piedra llora cuando mide un vacío,
la madera piensa en el siglo pasado.
Ambas se odian por costumbre
y no alcanzan a contener su montañosa
dualidad, como pavo con dos plumas
arrastradas por el viento, cuando se vuelven
plumas de nada sin esfuerzo:
tal el cambio definido por un pavo.

Los puentes viejos se debilitan con caricias,
descubren la constante en un círculo
que rodea cuarenta y siete figuras planas
inventadas en puertos extranjeros;
¡el mentiroso y su mentira
se apoderan de la ciudad mezcla de razas!
Y estos puentes llegan como todos los puentes
para cambiar y ser repintados.

Es dulce seguir el rastro de un puente
y enfadarse sin saber por qué
cuál de los arquitectos tendrá éxito
en abovedado, distinción y enlucido.
¡Cuántas sesiones de nueve comités
ocupadas en los puentes de la ciudad!
Que cada uno ha sido repintado.

Los de piedra al igual que los de madera prometen
elevados sobre nosotros, separar
al estudiante empedernido de los suspiros
de la joven, con la boca abierta:
cada uno conserva la ventaja
de fuerzas que esquivan cuanto se te ocurra decir
en cada uno de tus falsos lenguajes:
a su tiempo será repintado.


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Debo agradecer a Jonathan Mayhew (poeta, hispanista, experto en jazz y buen conocedor de poesía española y norteamericana) que me llamara la atención desde su blog "Bemsha Swing" sobre estos tres poetas neoyorquinos (de Joseph Ceravolo sólo tengo lo que he ido picando en Internet: ya os pondré algo en cuanto me llegue la selección que he encargado).
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For the Princess Hello

Bridges that, a little because of absence,
Have like circuses changed their sites,
And the wood rots due to circumstance,
And, I believe, because of their engagement
To light, and something like light,
Whose voltage will run dry,
These bridges come like all bridges
To change and be re-painted.

Stone cries when it spans a void,
Wood thinks about the last century
Both hate each other by custom
And can't contain their mountainous
Duality, like a turkey with two feathers
Pushed by the wind, turning
Into feathers of nothing without sweat:
A turkey's definition of change.

The old bridges faint under caresses,
Discovering the constant in a circle
Around forty-seven plane figures
Which they invented in foreign ports;
The liar and his lie
Win over a racially mixed city!
And these bridges come like all bridges
To change and be re-painted.

It's sweet to follow the trace of a bridge
And get angry without knowing why
Which one of the architects will succeed
In vaulting, character, and facing.
All the days of nine committees
Have been concerned with city bridges!
Now you will see the proof
That each has been re-painted.

Both stone and wooden bridges promise
Elevated above us, to separate
The hardened student from the breaths
Of a young girl, mouth open:
Each conserves the advantage
Of forces despite everything you say
In each of your false languages:
In its turn will be re-painted.