domingo, 6 de mayo de 2007

Tiempo de cuneta

Yo, en cambio, no conduzco. Él sí lo hace, y debe de hacerlo muy bien, pues parece que le gusta. Y a ella. Siento envidia de la gente que conduce y disfruta de ese arte. Que vive los viajes, que siente la emoción física del paisaje móvil, del deslizamiento de árboles, tierras, trigos por la línea de fuga de la ventana.
A veces mira los restos de una estación abandonada. Esa es, para mí, una emoción de trenes, de viajes en tren y paradas lentas en apeaderos abandonados, derruidos, desolados (pasé no hace mucho por aquel de Soria -¿el de Cabrejas?- donde filmaron la escena del regreso a Varikino del Dr. Zhivago). La ruina reciente, tan habitual en la novela española del franquismo tardío (tiempos congelados). ¿Por qué ese angustioso anhelo de atarse al anzuelo del tiempo? ¿Por qué esa gana de fijarlo, de fotografiarlo, de patentizar su condición inestable y pasajera, de "patetizarla" así, por implicación?

Un pájaro suspendido, casi quieto, sobre algún árbol escuálido en cualquier carretera perdida.

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Don Pedro Romero es el autor de esa fotografía del apeadero de Cabrejas. Fue realizada el año 2003 como se indica en la web soriana de donde, agradecido, la tomo.

El lector alerta ya habrá detectado la contradicción: digo sentir la emoción del apeadero abandonado desde el tren y enseño una foto del de Cabrejas y le hago objeto reciente de la tal experiencia. "¡Mentira!" se dirá el lector avisado, y con razón, pues la línea Burgos-Calatayud, con parada en Cabrejas y San Leonardo, entre otras localidades, hace ya mucho tiempo que dejó de dar servicio (antes incluso de que se ofreciera como marco incomparable para la mencionada escena de la cinta de David Lean). Luego, si la contemplé hace poco sería desde un automóvil, en figura de paquete, y mientras se me trasladaba a la aldea cercana de Herreros, en una de cuyas casas rurales pasé la nochebuena última.

1 comentario:

  1. Hace tiempo que tengo tu enlace en los favoritos de blogs, tomado del de una señora mayor que no sé que hacía en la pérfida albión.
    Si la ves en alguna ocasión dale un saludo desde el vórtice.
    Yo también siento envidia de aquellos que conducen, el año pasado traté de sacar el carnét de conducir y creo que suspendí cuatro veces, a ver si lo intento de nuevo, pero hace poco descubrí el placer de andar, y llegar a todos esos rincones y estaciones abandonados por el tiempo y sentarte un ratito en ellos. Claro, pero uno se acerca en coche, que cosas, el tiempo no nos abandona, en fin.
    Un saludo.

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Cariñosas las observaciones