domingo, 13 de enero de 2008

Calles llovidas (y 2)



Sí, el otro día volví a patear las viejas aceras mojadas, con sus losetas de ochos en cruz (como cuando, hace ya mucho, paseaba por Bilbao, y me solía quedar mirando sus típicas losetas de ochos, y parecía que el dibujo te hipnotizara), y a reconocerlas como familiares; volví a ver las viejas calles ajetreadas y repletas de paraguas cuando la lluvia arreciaba. Asistía al funeral de mi cuñado (otra víctima joven de la maldita enfermedad: Aunque lo esperes nunca crees que todo suceda tan rápido). Apretaba la lluvia cuando sacaban el féretro: esa escena que se repite siempre, la de sacar un féretro en medio de una calle tan estrecha en el momento mismo en que el tráfico es más denso y cae más agua. La acera también era muy estrecha, las escaleras de la iglesia, la gente apretujada y en posturas difíciles para caber (esa timidez en el dolor y el respeto al del que tienes al lado y la lluvia que cae más fuerte), y después el féretro en un ángulo casi imposible, alzándose. Esa escena que hemos vivido más de una vez. Gente que recuerdas de hace mucho, que crees recordar, que crees conocer vagamente porque te saluda y la ves gobernada por el mismo dolor y la sientes, por eso mismo, tan próxima y tan distante.

(Vuelven las imágenes recurrentes de aquella película china que evocaba en una entrada el mes pasado).

9 comentarios:

  1. Caray!
    Lo siento.

    Te tengo que llamar.

    Beso.

    M.

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  2. Lo siento, Javier. Un fuerte abrazo.

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  3. Gracias a los dos y un fuerte abrazo
    Javi

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  4. No creo que nada pueda compensarnos de la muerte, no se trata de eso. Pero escribir y leer (leer ciertas cosas) nos puede ayudar a no sentirnos tan raros, un poco menos distantes incluso de nosotros mismos. ¿Y si fuera vital?. Gracias por seguir escribiendo. A mi me gusta venir a leerte.

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  5. Me conduelo, Javier.

    Lo vemos a menudo y a veces pasa cerca. Yo nunca me acostumbro a ese sentimiento cada vez más familiar, a ese desasosiego de miradas. No suelo hablar apenas porque no se que decir en estos casos.

    Pero sí, un abrazo en lo que valga.

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  6. Gracias, Delia; gracias, Manolo. Sí, Delia, quizá es que pido un respiro, un asueto. Una recomposición general del fichero.
    Abrazos
    Javi

    (respondo desde el Insti)

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Cariñosas las observaciones