miércoles, 23 de julio de 2008

Lecturas de verano (revuelto de), 1.


Ojeo los dos tomos de la Obra poética de Aníbal Núñez (Salamanca 1944-1987) del que no había leído nada hasta ahora, y me llaman la atención sus primeros libros, desde las Fábulas domésticas hasta Taller del hechicero,  Alzado de la ruina o Estampas de Ultramar, sus libros de los 70. Con Cuarzo parece entrar por ese túnel de Mallarmé que nunca me ha hecho especial gracia en cultivadores españoles (Sánchez Robayna, etc.). Leerlo despacio. ¿De qué murió "repentinamente" en 1987? Tanteo por la internet y sólo saco ese adverbio.

Leyendo al desgaire se me aparece este


OH, NÁYADE, NEREIDA, NINFA, SIRENA, TÍA

Oh, náyade, nereida, ninfa, sirena, tía
buena reproducida
todo color tamaño
casi natural muslos
apetitosos anunciando
un producto, pongamos,
anticongelante, verbi gratia
gratia plena de ganas de comerte
poseerte en pleno escaparate

lo malo es que sabemos que nuestro atrevimiento
lo pagaría el seguro
y mucho peor saber que nuestro muerdo
no iba a encontrar una manzana viva
sino más bien sabor de cartonpiedra
y una falsa apariencia de relieve carnal
en la litografía
y acabamos comprando cualquier cosa
en desagravio, buenas tardes,
por nuestros malos pensamientos.

Fábulas domésticas, 1972

Consigo (agotadísima y también para el mismo paquete de cumpleaños que el anterior) la recopilación de Luis Feria, Obra poética y cuentos, prólogo de José Carlos Mainer y edición de José Eduardo Pinto, editorial Pre-textos, Madrid, 2000. El canario Luis Feria Hardison, Santa Cruz de Tenerife (1927-1998), es un poeta de la generación del 50-60 que, como Núñez en los 70, gozó de muy escaso reconocimiento en vida. El elegante volumen, coeditado por Pre-textos y el Gobierno de Canarias, recoge el conjunto de su producción en verso y prosa poética, desde los iniciales premios Adonais de 1961 (Conciencia, Madid, 1962) y Boscán del 1964 (Fábulas de Octubre, Barcelona, 1965) en su etapa madrileña, hasta la fase final, tras largo silencio y el regreso a Tenerife: la sarcástica y epigramática vena de libros como Calendas, 1981, Clepsidra, 1983... Cuchillo casi flor, 1989, Casa común, 1991, Arras, 1996 o las dos supremas evocaciones en prosa poética de infancia y adolescencia: Dinde (1983, 1993) y Más que el mar, 1986. La edición añade seis cuentos (¡ese increíble "Pupupidú"!) y una sección de inéditos.
Valga, como muestra, esto:

EL SILENCIO

Qué vivo está el silencio de las cosas.
Y es porque hablan, dicen
su amor a su manera cada una.
La piedra cuando calla está diciendo
la canción de la tierra que le brota
desde la entraña sorda donde quedó encerrada.
Devana su palabra la hoja de noviembre,
mínima flauta al viento trashumante.
La chispa que da al aire el leño rojo
dice que es ella la que va a la muerte
mejor que la que deja crepitando en la hoguera.
Y el silencio que nieva blandamente en los hombros
nos devuelve a un recuerdo que en la noche dormía.
Conciencia, 1962.
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Otras dos muestras:

una de Aníbal Núñez


ADVENIMIENTO

¡Cómo ha venido esta mañana
la luz! Menudo alarde: las montañas...
las hay azules, verdes, trasparentes
(¡pero qué trasparencia!)

¿De dónde habrá salido esta imposible
nitidez de horizontes y de frisos
(nada estorba el perfil de las arpías)
y ese violeta de los encinares?

Las cúpulas no brillan como siempre;
no sé si más: entre las torres
pasa un torrente rosa de luz fresca,
río en el que -seguro- me he bañado
alguna vez los ojos, ya hace muchos
años...
Y esa manera que las nubes
tienen hoy de juntarse... No sé; algo
va a ocurrir. ¿A qué santo
esta luz excesiva, trigo limpio,
para una ciudad que se merienda
todo lo que la echen?

Ha ocurrido
algo: quizá ya empiece
el sol a acicalarse para la clara fiesta
que algunos de nosotros esperamos.

Definición de savia [1974], 1991.

y otra de Feria

AGOSTO

Como una ronca ráfaga de azafrán y luciérnagas
era la vida. A1 fondo, las guitarras
espesaban la tarde, y en las sombras
abrían caminos por los que iba el sueño
sin querer llegar nunca...

Se adentraba la sangre por densos corredores,
una ardiente marea devoraba el contorno,
y los frutos vecinos, ya entera luz, ardían.
Amapolas salvajes derretían su lacre
al sol, sobre fosforescentes tierras sin dueño,
y un silencio colgado cegaba el horizonte.

Al fondo de los pozos el calor destellaba
como una piel de toro tatuada de tréboles.
Una mano posaba su pulpa bermellón
por los turbios refugios donde el amor hervía
mientras la luz de pólvora fermentaba en las costas.

Amar era partir el mar con una espada,
sentirlo de repente golpeando la boca
mientras iba la vida recorriendo sembrados
y a más amor en vuelo más violencia crecía.

Fábulas de Octubre, 1965


(y no puedo evitar acercaros el arranque de "Pupupidú")

Mazorral de las Moreras, 1 Dic. 1958
MADRE Galvana, mater amantísima que de un dulce mirar sois alabada, mamma ecuménica: ya sabes cuánto quisiera ser quiromántica, más alta que la luna, partera, lagartona, cantautora o toplessa; algo sonado. Pero qué le voy a hacer: con estas carnes aflanadas, estos ojines y estas greñas de bruja estropaja, ni soñando. Veremos después de la operación cicerón. Cosas más raras se han visto.
De momento voy saliendo adelante con cuatro cucas mal traídas para jabón de olor, pilules orientales, algún disco de Juana Reina y para de contar. Ya sé que Raquel saca mucho más que yo con su tienda de ultramarinos, pero es que cada una es cada una, y a ella siempre le tiró lo basto y lo de una vez, y a mí lo pichurri y lo filtiré. Aunque nunca hables de eso, yo sé que somos de distinto padre (anda y que no te iba a ti el fleje), y eso se nota cantidad. El suyo, marrullero, esquinado y muy hijo de la gran puta, con perdón, y el mío caballero, tronado, tiquismiquis y fogalero; vamos, un bataclán. Mami querida, compréndelo: detesto el alioli, la pescadilla en rosca y las alpargatas: una nació para lo machucambo. Trabajar en un taller de confecciones no es que sea muy alto, pero vienen y van, charlan, te enteras, alterno, voy conociendo mundo, y habla que te habla de los tés oclock, la Margarita de Inglaterra que se los zumba de tres en tres, y las fiestas fetenes, acabo por creerme que soy la que no soy; tú ya me entiendes. (...)

Tres Cuentos, 1994.

Espero que los amigos Alfonso y César (a quienes llegó el bonito tomo naranja del mismo envite localizador que a mí el mío) lo disfruten tanto como yo.

2 comentarios:

  1. Ole, Javier ha vuelto. Ya sabe usted que siempre es un gusto leer sus novedades. Un abrazo.

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  2. Otro abrazo a usted, Harry. Quizá debiera añadir algo sobre prosa y novela, aunque no he hecho más que empezar el paquete de cumpleaños y mi velocidad lectora cada vez es más baja. Sí, me leí el gran "aparato" de Javier Marías...

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Cariñosas las observaciones