domingo, 25 de enero de 2009

Cena

Jonathan Mayhew, en su blog, (me) señala este poema de Robert Creeley (1926-2005). Intento una versión:



Cena

Trágatelo.
Y sal otra vez.
Y vuelve de nuevo y
trágatelo.

En marcha por el día,
un césped como cabeza rapada
y todas las sillas apiladas
otra vez. Trágatelo.

Come para ganar fuerza y salud.
Come por gusto, por ti,
por el país y por tu madre.
Come lo que tu hermanito no comió.

Contento con tu suerte
y todo cuanto tienes.
Sé lo que quieran.
Trágatelo.

Ya no puedo pensar en el cielo
como el lugar al que quiero ir,
ni cuando muerto. Quiero
tragármelo.

Quiero seguir comiendo,
bebiendo, pensando.
Llevo ventaja. No estoy muerto.
Trágatelo.

___________________________
Supper

Shovel it in.
Then go away again.
Then come back and
shovel it in.

Days on the way,
lawn's like a shorn head
and all the chairs are put away
again. Shovel it in.

Eat for strength, for health.
Eat for the hell of it, for yourself,
for country and your mother.
Eat what your little brother didn't.

Be content with your lot
and all you got.
Be whatever they want.
Shovel it in.

I can no longer think of heaven
as any place I want to go,
not even dying. I want
to shovel it in.

I want to keep on eating,
drinking, thinking.
I am ahead. I am not dead.
Shovel it in.



Robert Creeley, de If I were writing this[2003] en The Collected Poems of Robert Creeley 1975-2005, University of California, Press, 2006, p. 582.

martes, 20 de enero de 2009

Suerte, amigo


“La esperanza es el poder de permanecer alegres en circunstancias que sabemos desesperadas. Es cierto que existe un estado de esperanza que pertenece a las brillantes perspectivas de la mañana, pero esa no es la virtud de la esperanza. La virtud de la esperanza existe sólo tras un terremoto, durante un eclipse. Es cierto que existe algo que suele llamarse caridad, y que equivale a la caridad que se ejerce con los pobres, que se lo merecen. Pero la caridad ejercida con quienes la merecen no es en absoluto caridad, sino justicia. Son quienes no la merecen los que la necesitan, y el ideal, o bien no existe en absoluto, o bien existe del todo para ellos. Por razones prácticas, es en el momento desesperado cuando nos hace falta el hombre esperanzado, y esa virtud, o bien no existe en absoluto, o bien empieza a existir en ese momento. Exactamente en ese instante en que la esperanza deja de ser razonable y pasa a ser útil.”

G.K. Chesterton, Herejes, trad. Juanjo Estrella, ElCobre, Madrid, 2007, p. 129.


MOTIVO

Un viento leve oí. Buscándome venía
Por bosques sosegados.
Contemplé un viento leve. Buscándome venía
Por mares sosegados.

Entre follajes de terrenos foscos
Mi camino seguí.
Noche y día, por aguas silenciosas
Anduve errando
tras el viento leve.

[Ezra Pound, versión de Jorge Guillén en "Homenaje", Aire Nuestro, Milán, 1968, p. 1517.]

___________________________________________
Hope is the power of being cheerful in circumstances which we know to be desperate.
It is true that there is a state of hope which belongs to bright prospects and the morning; but that is not the virtue of hope.
The virtue of hope exists only in earthquake and eclipse.
It is true that there is a thing crudely called charity, which means charity to the deserving poor; but charity to the deserving is not charity at all, but justice.
It is the undeserving who require it, and the ideal either does not exist at all, or exists wholly for them.
For practical purposes it is at the hopeless moment that we require the hopeful man, and the virtue either does not exist at all, or begins to exist at that moment. Exactly at the instant when hope ceases to be reasonable it begins to be useful. (...)

Gilbert K. Chesterton, Heretics [1905]

MOTIF

I have heard a wee wind searching
Thru still forests for me,
I have seen a wee wind searching
O'er a still sea.

Thru woodlands dim
Have I taken my way,
And o'er silent waters, night and day
Have I sought the wee wind.

Ezra Pound A Lume Spento [1908], Poems & Translations, The Library of America, New York, 2003, p. 55.

jueves, 8 de enero de 2009

Cajones

Sí, hay épocas de recambio, de grandes limpiezas generales. Muy de tarde en tarde, cuando no hay otra salida, reconozco que la cosa se pone fea y yo también hago limpieza y tiro muchas cosas. Después me arrepiento de haber tirado según qué cosas, pero ya no suele haber remedio ("¿No te acuerdas de que la o lo tiraste?" "Ya, pero en realidad no quería... ¿...y por qué no me dijiste que no la tirara o...?" etc.). Mientras tanto, acumulo. Sí. Sólo un poco, sin exagerar, pero acumulo. Quiero decir que no soy un Diógenes de esos que salen en los reportajes o en alguna película. Lo mío no es tan grave. Pero sí que tengo (¿ y quién no tiene?) uno (o más de uno) de esos cajones donde empiezas por guardar un clip y un día ves 500 clips de todos los colores y tamaños; un día dejas una pluma de bambú rota y, al final...Bueno, si soy honrado y digo lo que me parece de verdad el primer cajón de mi mesa a la izquierda de estas teclas pues debo reconocer que es, en pequeño, un auténtico basurero. Si lo viérais cualquiera de vosotros (sí, cualquiera) me diríais seguramente: "Pero es que...¿no te da vergüenza? ¿Cómo puedes tener un cajón así? ¿Por qué tienes un cajón así? ¿Es alguna ofrenda, algún muestrario de exvotos, como esos llenos de brazos de cera u otros órganos de cera que se ponen en agradecimiento de los favores recibidos?". Pues pondría cara compungida y no admitiría que se moviera ni un solo papel de fumar (no fumo, pero cuando fumaba no usaba papel de fumar, y, sin embargo, ahí siguen los papeles de fumar y los mecheros viejos y estropeados: los zippos y los eléctricos que siempre se les escacharraba el mecanismo del encendido y los sacapuntas de guillotina y una brocha de afeitar y jeringuillas para trasvasar tinta y papeles de colores y abrazaderas de folios y un botafumeiro pequeñito que no es de plata aunque lo parece y pilas de todos los tamaños y papelillos sueltos para libros y cortauñas y clavos y tornillos raros y lupas y recambios de tinta y tizas usadas para chupar tinta de borrones y navajas y depósitos de piedras de mecheros y boquillas de plástico de esas mentoladas y...).
El segundo (porque, sí, hay otro) es algo diferente: quizá un poco más conmemorativo: es el cajón de las entradas de cine y los resguardos del banco. Es el cajón del "por si acaso". Este papel no lo tiro porque apunté un teléfono y lo dejo aquí para que se pierda y porque nunca se sabe cuándo te puede hacer falta...Esta tarjeta de un hotel de Madrid la guardo para que no se me olvide cómo se llamaba y por si vuelvo...Hay de todo pero en un formato pequeño, acartulinado o plastificado, algo documental (pues casi siempre hay fechas o teléfonos o signos de haber estado en algún sitio y hay carnets viejos y monedas extranjeras, insignias y bonos de autobús) y recordatorio; hace un papel de agenda arbitraria y revoltijada.
Por eso cuando leo que alguien tira un libro, como si se limpiara la cabeza por dentro,...pues me fastidia un poco. Yo no tiro ningún libro jamás. Dejo que se me pierdan. Pero tirar libros, nunca. A veces me imagino la desesperación absoluta como el acto de tirar todos los libros (lo de quemarlos me parece demasiado ostentoso, como el Kien de Canetti). No eso de unos sí y otros no, haciendo con ello una especie (¡qué horror!) de crítica literaria y autocrítica retrospectiva (¡más horror aun!). No. Todos y no volver a leer nunca más. Digo, en todo caso...