martes, 5 de abril de 2016

Auras

Que la ideología sea el sustituto moderno de la religión es tópico viejo. Pero, como todos los tópicos, y en lo que lleve dentro de verdad, parece que se actualizara de tiempo en tiempo.
Llama la atención la peculiar aura de consagración en la bondad, en la verdad de verdad, de que se ve investido quien se ampare bajo el manto protector de la ideología de turno, sea la que fuere.
Si tienes un credo y actúas bajo su aura todo lo que hagas quedará justificado, explicado, condonado incluso y si haciera falta, por las garantías de pertenencia al bando, a la pandilla, al campo de tu fe; quedará alcanzado, y por tanto, protegido, por el carisma justificante.
Incluso lo que diga por su cuenta y riesgo el intelectual de turno se verá protegido y amparado por la buena creencia, la ideología que lo incluye. Esto afecta a las antiguas ideologías sociales y a los nuevos credos: el feminismo, el ecologismo, los nuevos animalismos y los diferentes vegetarianismos de estricta observancia. Da igual. Todos se hallan dotados de un aura sacral de salvaguarda protectora, incontaminante, que sirve con frecuencia de eficaz escudo para proyectar a salvo el odio (me acuerdo de los viejos «indian haters» del Oeste americano) con máxima convicción y contundencia.
 El aura te da cobijo y dota de justificaciones y beneplácitos porque te encierra en la pompa de jabón, en la «mónada» de los buenos, de los benefactores por adscripción al credo; es marco de sentido que exalta los convencimientos y justifica: hace justos de sus observantes.
Los viejos y los nuevos populismos, el neoliberalismo, de reciente neoinvención o «aggiornamento», funcionan del mismo modo.
Métete dentro y ya verás lo calentito que te encuentras. Una vez entrado en calor o en santidad podrás empezar a «largar» a gusto.