miércoles, 27 de enero de 2010

Grosny

"Tsar... Ivan... Vasilievich... Grosny". Iván el Terrible. Prokofiev. La película de Eisenstein, sí, las caras recortándose despacio con la cuchilla de sus perfiles. Cine Zorrilla creo que se llamaba (el de la Plaza Mayor, el cine pequeñito y de "arte y ensayo" como les decían por entonces, en Valladolid). Esta tarde solitaria la aprovecho (sólo en las tardes solitarias puede uno permitirse estos lujos, esta atmósfera reventada, explosiva de sonido ambiente de Prokofiev en espacio exiguo, chispas desprendidas de algún viejo pleroma que recopilo cuidadoso acostando la atención despacio sobre cada una de sus migajas para que no se me escabulla o se me pierda entre la desidiosa polvareda y sus ácaros añosos) para escucharme así todo el álbum completo. "Zarriom Buddu" parece decir ahora, en un momento, el tipo ese que lleva la voz cantante cuando suenan las campanas de Kiev, Kazán o de Móscova o un lugar cualquiera semejante. Escucha ahora ese tal coro, ese que parece de segadoras frescachonas y rollizas de los Urales. Sigue un tío anunciador ("Zariom Maskovskiu", otra vez). 

Es un placer, amigo mío, sólo placer o ante todo placer el de recordar una música que tuvo y retiene cierta potencia de remoción, o llámala como quieras, de subyugación. Apellidadla como queráis. ¿Es cosa de nombres? ¿Resulta que te quedas tranquilo porque les pones nombres a la maldita o, por encima de todo, a la cosa misma cuando es bendita cosa? Estos movimientos animados, reiterativos, se acompañan de algo que suena en este mismo instante como una chalaparta de todas las rusias. Pero sigo escuchando porque quiero dar con lo que el azar del disco me vaya descubriendo (Prokofieff, Iwan Der Schreckliche, Coro Ambrosiano y Orquesta Philharmonia de Londres y Ricardo Muti de batuta, EMI,Colonia 1978). ("Ichá i pasmaia" o algo parecido y pasmoso, y entonces la música sagrada y ceremonial apoderándose de todo, arrebañando con sus tamboriles, una vez, claro, que la vecina preocupada porque no se ve la tele de su casa y aprovechando que soy el vecinal responsable temporal y comunitario interrumpe descarada mi viaje ruso y vallisoletano con todas sus pormenorizadas chinchorrerías. Vaya por Dios, no hay manera. Ni solo ni acompañado.  "A la porra" le digo mentalmente): "¡Na Kazán!" ("¡A Kazán!" todo el mundo).

3 comentarios:

  1. Bueno! ¿Cuántos idiomas conoces? :-)

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  2. Ni idea de ruso. Me sé trozos de memoria de tanto oír el disco. Dudo que la transcripción sea ni un tanto así de ajustada. El reproche implícito en tu mail a mi vagancia bloguera fue el empujón para esa entrada. Te está, pues, dedicada.
    Abrazos

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  3. "chinchorrerías" :-) No la conocía. Preciosa. Creo que la necesitaba :-) Un beso y gracias por estas entradas.

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Cariñosas las observaciones