Ahora me acuerdo de ella. Desde que el otro día empecé a leer las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand en esa nueva edición de Acantilado(1), parece que más cuidada y completa que las anteriores. Ya tenía otra, con grabados, de mediados del XIX, y se me ocurrió compararlas y entonces vi la fecha del libro (esto de fechar la adquisición de los libros es una manía que voy abandonando). Me lo había regalado Colette en octubre del 80.
Conocí a Colette y a Moisha en San Leonardo (Soria) ese mismo verano. No sé qué podían hacer por allí, pero en la cafetería del único hotel del pueblo fue donde empezamos a charlar y me contaron su historia. Ella era vascofrancesa de Lourdes y él judío de origen ruso. Habían llegado a España huyendo de la persecución nazi y, tras cruzar el Pirineo a pie y pasar una temporada confinados en el campo de concentración de Miranda de Ebro, consiguieron instalarse en Madrid. Él era médico.
Después del verano me llegaron las primeras cartas de Colette y, al poco, también los libros (me dijo que ya no tenía apego por ellos; que estaba mal de la vista y le cansaba leer). El Rabelais de Garnier me lo envió encuadernado y después llegaron unas antologías breves de media docena de clásicos "Larousse": Rousseau, Diderot, Nerval, Madame de Lafayette..., las memorias de Mlle. de Montpensier y el único en español: las Memorias de Chateaubriand(2).
En una de sus cartas me hablaba de la enfermedad de su marido. Dejó de escribir y cierto tiempo después llegó la última: Moisha había fallecido y ella pensaba irse a vivir con su hija, ya casada, en Israel. No supe más. La nueva lectura ahora de Chateaubriand me ha recordado todo aquello.
Aunque nunca he sido demasiado galicista en mis aficiones lectoras, le debo a ella cierto empujón, y, sobre todo, le debo a Rabelais.
_____________
(1) François de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba, trad. de José Ramón Monreal, 4 vols., Acantilado, Barcelona, 2006.
(2) Francisco R. de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba, traducción de Francisco Medinaveytia, Gaspar y Roig, Madrid, 1855.
Conocí a Colette y a Moisha en San Leonardo (Soria) ese mismo verano. No sé qué podían hacer por allí, pero en la cafetería del único hotel del pueblo fue donde empezamos a charlar y me contaron su historia. Ella era vascofrancesa de Lourdes y él judío de origen ruso. Habían llegado a España huyendo de la persecución nazi y, tras cruzar el Pirineo a pie y pasar una temporada confinados en el campo de concentración de Miranda de Ebro, consiguieron instalarse en Madrid. Él era médico.
Después del verano me llegaron las primeras cartas de Colette y, al poco, también los libros (me dijo que ya no tenía apego por ellos; que estaba mal de la vista y le cansaba leer). El Rabelais de Garnier me lo envió encuadernado y después llegaron unas antologías breves de media docena de clásicos "Larousse": Rousseau, Diderot, Nerval, Madame de Lafayette..., las memorias de Mlle. de Montpensier y el único en español: las Memorias de Chateaubriand(2).
En una de sus cartas me hablaba de la enfermedad de su marido. Dejó de escribir y cierto tiempo después llegó la última: Moisha había fallecido y ella pensaba irse a vivir con su hija, ya casada, en Israel. No supe más. La nueva lectura ahora de Chateaubriand me ha recordado todo aquello.
Aunque nunca he sido demasiado galicista en mis aficiones lectoras, le debo a ella cierto empujón, y, sobre todo, le debo a Rabelais.
_____________
(1) François de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba, trad. de José Ramón Monreal, 4 vols., Acantilado, Barcelona, 2006.
(2) Francisco R. de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba, traducción de Francisco Medinaveytia, Gaspar y Roig, Madrid, 1855.
Veo que el letargo ha pasado a mejor vida. Me alegro pues. Montale es uno de mis preferidos italianos junto con Quasimodo.
ResponderEliminarJavi, ¿has visto que te he dejado en el post anterior unas cosas para html?
ResponderEliminarPregunto moscoide...
Beso.
M.
Sí,las encontré y después de varias tentativas y algún milagro parece que salió.
ResponderEliminarHoy enciendo el aparato después de unos cuantos días de "ausencia".
Gracias... y otra vez gracias (por el atraso).