Mi buen amigo Alfonso insiste en que "ya me vale". Con ello quiere decir (pues me conoce desde hace tiempo) muchas cosas en una sola locución coloquial que las compendia a todas y las embute en tres palabras: "ya te vale, tío".
Vengo trasteando con libros poéticos americanos... ¿desde cuándo? Me pongo añorante y rememorativo y se me aparecen Mario y Alicia (Mario Hernández, profesor de Literatura en la Autónoma de Madrid por entonces, y amigo desde los años de Valladolid, y Alicia, su mujer). Aquella tarde en la madrileña librería Turner (compruebo, gracias a la manía anotadora de libros de la que me he ido liberando, que fue la tarde del 14 de febrero de 1976) cuando me llevé los Selected Poems, la del prólogo de Eliot, y los Selected Cantos de Ezra Pound. También estaba la edición íntegra de los Cantos en la misma y británica Faber, pero para eso había que esperar un poco más y conocer en el 79 a Alfonso y que él me la regalara; por ahora, o por entonces, como recuerdo que me dijo Mario, "confórmate con ésa. Ya tienes bastante" o algo parecido. Esos dos libros inician una colección que si miro a la izquierda (a las 10, que diría un aviador en las Marianas) veo que ocupa nueve estantes (unos 300 títulos de muy variados grosores: desde el fino libro suelto al grueso tomo de Collected). No todo es americano, claro, pero sí la mayor parte: lo británico aparece tan solo representado por lo más esencial de la tradición y de una manera un tanto subsidiaria: algunos por clásicos y otros por filo-americanos. Durante un tiempo Ezra Pound concentró todo el interés; y que esa pasión sigue viva quizá sea algo en lo que no haga mucha falta insistir para el lector de este blog. Creo que hay indicios de su presencia, aunque no le haya dedicado ninguna entrada monográfica.
Durante los 80 y parte de los 90, es decir, antes de que el invento del ordenador diera paso al invento de internet y ésta desarrollara un mercado internacional de libros de primera y, sobre todo (para economías como la de un servidor), de segunda mano, había que escoger mucho y, siendo uno ignorante de casi todo y tan solo provisto de "afición", y sin catálogos de editoriales y pidiendo a ojo, las cartas a una librería de Cambridge (la única librería del mundo anglosajón existente por entonces para quien les habla, Heffers: carera y rácana y de trato británicamente aloof y casi odiosa)...pues, en esas circunstancias, había que andarse con mucho ojo para pedir algo en esos mundos tan nublados (1).
Vengo trasteando con libros poéticos americanos... ¿desde cuándo? Me pongo añorante y rememorativo y se me aparecen Mario y Alicia (Mario Hernández, profesor de Literatura en la Autónoma de Madrid por entonces, y amigo desde los años de Valladolid, y Alicia, su mujer). Aquella tarde en la madrileña librería Turner (compruebo, gracias a la manía anotadora de libros de la que me he ido liberando, que fue la tarde del 14 de febrero de 1976) cuando me llevé los Selected Poems, la del prólogo de Eliot, y los Selected Cantos de Ezra Pound. También estaba la edición íntegra de los Cantos en la misma y británica Faber, pero para eso había que esperar un poco más y conocer en el 79 a Alfonso y que él me la regalara; por ahora, o por entonces, como recuerdo que me dijo Mario, "confórmate con ésa. Ya tienes bastante" o algo parecido. Esos dos libros inician una colección que si miro a la izquierda (a las 10, que diría un aviador en las Marianas) veo que ocupa nueve estantes (unos 300 títulos de muy variados grosores: desde el fino libro suelto al grueso tomo de Collected). No todo es americano, claro, pero sí la mayor parte: lo británico aparece tan solo representado por lo más esencial de la tradición y de una manera un tanto subsidiaria: algunos por clásicos y otros por filo-americanos. Durante un tiempo Ezra Pound concentró todo el interés; y que esa pasión sigue viva quizá sea algo en lo que no haga mucha falta insistir para el lector de este blog. Creo que hay indicios de su presencia, aunque no le haya dedicado ninguna entrada monográfica.
Durante los 80 y parte de los 90, es decir, antes de que el invento del ordenador diera paso al invento de internet y ésta desarrollara un mercado internacional de libros de primera y, sobre todo (para economías como la de un servidor), de segunda mano, había que escoger mucho y, siendo uno ignorante de casi todo y tan solo provisto de "afición", y sin catálogos de editoriales y pidiendo a ojo, las cartas a una librería de Cambridge (la única librería del mundo anglosajón existente por entonces para quien les habla, Heffers: carera y rácana y de trato británicamente aloof y casi odiosa)...pues, en esas circunstancias, había que andarse con mucho ojo para pedir algo en esos mundos tan nublados (1).
Se pedía Pound y aledaños. Los de su quinta y su escuela. Gracias a Kevin Power y a su libro Una Poética Activa (Editora Nacio- nal, 1978, por aquel entonces de lo poco que se podía leer aquí sobre poesía y poéticas americanas contemporáneas), los autores y los títulos (y gracias a que algunas editoriales, como la benemérita Black Sparrow de Santa Rosa, California, o New Directions de Nueva York, o la ya desaparecida North Point Press de San Francisco, enviaban, además del libro, su catálogo) fueron lenta, muy lentamente, aumentando. Empezó a haber colección. Pero siempre estaba al acecho la pregunta: "¿Es esto todo?", o mejor "¿Dentro del todo que podría ser esto, es un todo real, fiable (como cuando dices con seguridad "esto es todo") o se trata de un todo "falso" o tan solo "provisional" como cuando hipotéticamente ignorante de la existencia del papel moneda respondieras a la orden de "coge todo el dinero de la mesa", y de la mesa con su sobre de 500 euros y dos moneditas de 20 céntimos te limitaras a esto último porque hacías una ecuación (dinero=moneditas) insuficiente? Y así los poetas en un mundo sobresaturado, entre otras cosas, de poetas y, también, de poetas americanos, y, dentro de ellos, de poetas americanos modernos.
Carecía de información y no sabía quién era cada quién en relación con sus vecinos (también poetas, y modernos, y americanos). Luego no era todo y ni siquiera había un todo del que poder extraer sucesivos todos más pequeños por eliminación de sobrantes (todos).
Pero apareció La Red, Internet y con ella las librerías de segunda mano (santas, santas, santas) como "Abebooks" y "Amazon" y las páginas de editoriales, de autores, de libros, de todo. Y el particular dibujo que del "todo" (poético norteamericano) se perfila en la red: el mapa que andábamos buscando. Ahora hay un mapa. ¿Que este, el de la Red, no es el único "mapa" y que hay muchos otros posibles? Pues, claro. Pero, al menos ahora, el propio capricho tiene una linde donde encerrar el todo que buscaba y sobre el que poder construir el asímismo propio e inestable y renuente y móvil y particular Patio Total Poético Norteamericano del Siglo Pasado y el que empieza.
De esto o de algo parecido es de lo que me empezaba a in- quirir mi amigo Alfonso con su famosa frase "ya te vale, tío". Se refería a una Antología Per- sonal de poesía norteamericana que, incons- cientemente, pudiera haber estado este servidor barruntando desde hace un tiempo y que bajo el título de Americana, él, Alfonso, como editor principal de AMG editor, en su caso muy eventual hasta se hiciera cargo si así terciaba. Y que me lo pensara. Pues algo de eso he venido haciendo estos últimos días de agosto...
__________
(1) Creo que trato injustamente a la ilustre y cantabrigense Heffers. Me lo sugería Bernd cuando se lo comenté; es decir, le hablé de los palos de ciego, de pedir un libro con datos insuficientes y que te enviasen una "chapuza" que nada tenía que ver con lo que buscabas. Claro, ellos estaban acostumbrados a los clientes expertos, y con quien yo me enfadaba era con mi desvalida inepcia.
Carecía de información y no sabía quién era cada quién en relación con sus vecinos (también poetas, y modernos, y americanos). Luego no era todo y ni siquiera había un todo del que poder extraer sucesivos todos más pequeños por eliminación de sobrantes (todos).
Pero apareció La Red, Internet y con ella las librerías de segunda mano (santas, santas, santas) como "Abebooks" y "Amazon" y las páginas de editoriales, de autores, de libros, de todo. Y el particular dibujo que del "todo" (poético norteamericano) se perfila en la red: el mapa que andábamos buscando. Ahora hay un mapa. ¿Que este, el de la Red, no es el único "mapa" y que hay muchos otros posibles? Pues, claro. Pero, al menos ahora, el propio capricho tiene una linde donde encerrar el todo que buscaba y sobre el que poder construir el asímismo propio e inestable y renuente y móvil y particular Patio Total Poético Norteamericano del Siglo Pasado y el que empieza.
De esto o de algo parecido es de lo que me empezaba a in- quirir mi amigo Alfonso con su famosa frase "ya te vale, tío". Se refería a una Antología Per- sonal de poesía norteamericana que, incons- cientemente, pudiera haber estado este servidor barruntando desde hace un tiempo y que bajo el título de Americana, él, Alfonso, como editor principal de AMG editor, en su caso muy eventual hasta se hiciera cargo si así terciaba. Y que me lo pensara. Pues algo de eso he venido haciendo estos últimos días de agosto...
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(1) Creo que trato injustamente a la ilustre y cantabrigense Heffers. Me lo sugería Bernd cuando se lo comenté; es decir, le hablé de los palos de ciego, de pedir un libro con datos insuficientes y que te enviasen una "chapuza" que nada tenía que ver con lo que buscabas. Claro, ellos estaban acostumbrados a los clientes expertos, y con quien yo me enfadaba era con mi desvalida inepcia.
¿Cómo tienes tantas palabras partidas por guiones?
ResponderEliminarPorque pretendo que resulte agradable a la vista. Entonces justifico el cuerpo de texto para lograr un bloque tipográfico homogéneo. Si pongo fotos y el texto corre paralelo, la distribución resulta fea para mi gusto. Entonces(2) trato de arreglarla y redistribuyo el texto por medio de saltos de guión...Pero no tengo en cuenta que existen diferentes pantallas o visualizaciones distintas y que lo que me parece aceptable en la mía puede no serlo en otras.
ResponderEliminarLa perspectiva... ¡Ay!
De la misma manera que habrá gustos para los que algunos (¡pobre James Wright!) de los poetas que se dejan ver en esas estanterías resulten aborrecibles.
Cómo me gusta ver las bibliotecas de los amigos.
ResponderEliminarGracias!
Beso.
M.
Espero que el resultado de tu reflexión sea: "sí". Estoy deseando adquirirlo.
ResponderEliminarMi cultura poética americana es ciertamente dispersa y circunstancial y un "todo" me situaría a la hora de relacionar y entender.
Tengo la impresión de que salvo alguna editorial como Mondadori y alguna otra ( y por supuesto solo poetas conocidos) hasta ahora, el esfuerzo por popularizar la poesía americana ha sido mínimo en España.
También es verdad que igual se podría decir de la poesía en otros idiomas o de otros paises. Hace poco me comentaba una amiga editora que poesía hay demasiada y no es rentable porque solo una minoría esta interesada en su adquisición. Claro que igual podría decirse de la pintura.
Yo no recuerdo la última vez que vi o escuché en televisión alguna referencia a un poeta vivo, muchisimo menos a su poesía.
Al final, puede ser que en Internet se encuentre alguna formula para promocionar la poesía o para entender la labor del poeta de una manera distinta.
Claro que siempre será necesaria una obra de consulta como la que te ofrecieron hacer (eso he entendido al menos)
Un saludo.
La entrada quiere ser un recordatorio de ciertos deberes no cumplidos. Alfonso me sugirió la idea de una antología norteamericana hace ya un cierto tiempo. Pongo en su boca, en realidad, palabras que yo me digo a mí mismo por dentro (continuamente, y peores, claro). Los infinitos deberes.
ResponderEliminar"Eheu, fugaces..."etc.