...Pero incluso habría quizá la posibilidad de un diálogo que nunca fuera explícito (pues precisamente la formulación concreta de los términos de intercambio con ese alguien destruiría su infinita cualificación), y de la misma manera que se suele producir un silencio al contemplar (por algún instante casi ajeno al tiempo) un objeto bello que la palabra nunca agotará, la cuestión a mano entonces sería tanto el momento mismo infinitamente determinable del contemplador como, a la vez, el objeto en sí y su inagotable carga de matices que habrían de irse determinando en cadena sin fin, pues de ese mismo modo también pudiera sostenerse un diálogo (mejor que diálogo, llámesele 'conexión en fase n') o eso que tanto se parece a un juego adolescente con una novia imposible cuyo asedio nunca logrará alcanzar el plano de la realidad palpable (se destruiría el hechizo) sino que se produce siempre en algún silencio tan inconsciente e irreal y de concreción tan ilimitadamente postergada («¿qué estará pensando?») por una de las partes como denso y dramatizado por la otra, y tanto que cualquier fácil caída en la tierra ('de ti lo que pensaba es esto') obtendría respuesta siempre decepcionante fuese cual fuese el signo que lograsen perfilar sus preámbulos. Y por eso lo de seguir un tanto en vilo, en el aire, un aire nocturno, por eso el juego que se sostiene en una ignorancia relativa, por eso esta ciega esgrima o abrazo o combate en ring imaginario ('teatro de sombras') que parece que fuera a postular un cierto e hipotético resquicio en el telón del mundo (siempre hay más).
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Cariñosas las observaciones