Domingo. Siete de la mañana. Inmensidad de papeles infantiles piden ser atendidos. ¿Siete de la mañana porque inmensidad de papeles piden ser atendidos? ¿Tal el poder de la autoconciencia (Hegel) que muta en insomnio? No sé. Y entonces me invade una demora, un lapso, un tiempo. Un escrúpulo de no abandonar tan feamente esta ristra de lánguidas apariciones desflecadas al rebufo del indecoroso delantal publicitario aquel del otro día, del otro mes. Un descanso, un olvido andaluz, un rato al menos de retiro en la cueva primitiva donde recogerse devotamente y ahora por un tiempo, un siglo, para, si es caso, que ese algo de momento sirva y el troglodita cataléptico se reponga y vuelva fresco. Vale.(1)
(...) I could
now place you
in a column from which
There is No Escape
and down which The Machine
will always recognize you (...)
Ed Dorn, Gunslinger, 33.
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(1) ...Y, por si fuera poco, el aparato ("The Machine") repleto de virus.
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Cariñosas las observaciones