Periódicamente visito un cierto ánimo de final, de cierre de tienda o de gran bajada de las persianas de esta mi particular mercería (qué bonita palabra).
Contagio quizá del voceo apocalíptico que tanto se estila en prensa e internet: «el mundo está para dar un estallido», etc. Yo sólo dudo intensamente de la utilidad siquiera personal de estas entradas y demás zarandaja parapoética. Ya me conocéis cuando me pongo en este plan. Pero es que suelo pensar de vez en cuando también que podría dedicarme a mis pajarracas y americanadas discretamente, en el ámbito privado, tal y como ya venía haciendo hasta lo de este invento bloguero, y seguir así llenando cuadernos de borradores de versiones USA, de fumismos mentales y otras bagatelas...y no plantado aquí delante de toda la gente, como si uno hiciese sus íntimas labores a lo rey francés, en presencia de la corte en pleno, y sin cobrar por ello... Y, sin embargo y a pesar de todo, aquí sigo.
Y, al final, seguramente seguiré siguiendo por pura inercia. Nada más que por alimentar esta potrosa máquina muy de vez en cuando. Sin demasiado convencimiento. Quiero decir, sin la menor sensación de que valga para algo, ni que interese a nadie el insistir en la tarea de ir dejando muy de tarde en tarde estos huevos pascuales; no me refiero, claro, al otro convencimiento, al doctrinal o teórico o «de fondo», pues que ese casi nunca me ha asistido demasiado y por lo tanto sería imposible echarlo de menos ni un solo segundo tan siquiera; no, porque de eso ya hay bastante por ahí, hay de sobra, hay gente convencidísima como para dar y tomar y hasta el hartazgo. No. El fundamentalismo doctrinal no es lo mío. Y ya me gustaría (no te creas) ponerme a pontificar y decirles a las gentes lo mal que anda todo para que así se enteren de una bendita vez de lo que deben pensar y lo equivocados que están pensando como piensan y lo bien que harían, en cambio, lo moderno, lo civilizado, lo maduro intelectualmente que sería corregirse, aprender a identificar la derecha senda que nos lleve por el buen camino, para salir del error y ser benéficos, etc. Parece que de unos años a esta parte todos nos hubiéramos vuelto otra vez (¿o como siempre?) regeneracionistas.
Pues así tendrá que ser.
______________________________(Así es que, si no os parece mal, sigo con mis americanos como ese Jonathan Williams que os he puesto ahí detrás. Míralo otra vez porque le acabo de añadir tres perlitas)
Javier, a mí me gusta leer tus traducciones de poetas americanos. Mentiría si te dijese que me gustan siempre, siquiera que las comprendo siempre: no, a veces no las entiendo, no me alcanzan, ¿y qué? A veces sí. Me pasa lo mismo con el caviar, las trufas o el champagne. Tu blog es un lujo y lo disfruto como tal.
ResponderEliminarDicho esto decir también otra cosa: ninguna línea, ningún párrafo, publicado aquí o en un bonito libro de papel de calidad, es justo y necesario. No lo es. Nuestra especie no lo es. Así que si dudas de la utilidad (palabra tan absurda y aguda como el extremo romo de una lanza) de tu blog, de estas zarandajas parapoéticas como tú las llamas, nada más fácil que cerrarlo al público, echar las cortinas, regresar al cuarto, cerrar la puerta.
Hablas de falta de convencimiento, hablas de tareas, ¡de huevos pascuales! Y, perdóname si me equivoco, dejas traslucir también cierto desdén hacia este formato, este modo de escribir, este modo de publicar. Voy a ser claro y bruto: desde la invención de la imprenta no creo que haya aparecido algo mejor que internet, y la posibilidad de poder editar textos sin tener que chuparle el culo a nadie (donde se dice chupar culo léase estar en el caldillo, tener contactos, haber llegado a una especie de cumbre de alguna especie de sitio o cosa, etcétera); decía: y la posibilidad de editar textos sin tener que chuparle el culo a nadie me parece uno de los mayores avances intelectuales en la historia de la humanidad. No eres un rey francés cagando en presencia de la corte, eres un hombre libre traduciendo a poetas americanos para quienes queramos satisfacernos en ello desde Binéfar, Tokio, un pueblo de Badajoz o la estación espacial. Nada más y nada menos.
Un abrazo.
Dios mío, no sé qué tipo de tamaño de abrazo se podría corresponder con el que quiero darte ahora mismo...pero no cabría en ningún formato de internet o convencional. Siempre me arrepiento de estos arrechuchos inútiles, de estas desconfianzas globales, son tapones que van creciendo y llega un momento en que tengo que dejar que estallen y los pongo. O eso o me callo. Son cíclicos. Y, como muy bien observas, son autocontradictorios, dicen algo cuando debieran implicar el silencio si se quisieran consecuentes. Claro.
ResponderEliminarNo. No hay desdén hacia el medio. Sólo hay mala leche acumulada. Casi siempre me dan en temporada de exámenes.
Me gustaría hacerlo mejor y escribir más. Así de sencillo. Hay un público, vosotros, al que debería tratar mejor. Me limito a dar cuenta de algunas traducciones de poesía americana, y ni eso, sólo meros borradores, tanteos de mi ignorancia. En fin.
Visto lo cual, el que sean casi inevitables parece que pide establecerlos como género fijo.
Eso en cuanto a mi papel en el blog. El otro componente es la mala leche como acicate, que no está mal siempre que se sepa dirigir, aprovechar. En este caso todo queda demasiado nebuloso y revuelto porque se mezclan temas diversos: el mencionado y un segundo componente del cabreo (si el primero soy yo, el segundo son los demás)y es el de siempre: no soporto, me revientan lo inimaginable todos los pontífices y sus pontificaciones: no he aprendido a tolerarlos con la menor ecuanimidad ni a sus encíclicas varias, sean las que fueren, literarias, políticas, críticas, etc. Las veo en los periódicos, en la gente con quien trato, en todas partes. La combinación de esos dos hartazgos tan diversos da como resultado este tipo de entradas (como aquel "elogio del idiota" de hace un año o así y lo de esta mañana).
Habría que separar las dos cosas, ser razonable...No, no lo soy y lo junto todo, agito la botella... y lo que salga. En fin.
Otro abrazo.
Javi
Adoro estas entradas. No sé muy bien porqué. Hace unos días pensaba en la necesidad que sigo teniendo de los libros, los físicos. Yo no estoy muy de acuerdo en que nada sea necesario. Y hoy, al leer tu entrada, y el comentario del señor de arriba, me he dado cuenta de que tampoco me gustaría ya volver a un mundo sin mis blogs. Me está pasando como con los libros.
ResponderEliminarTraducciones incluidas.
Con amigos tan comprensivos como vosotros no sé qué voy a hacer: acabaréis maleducándome...
ResponderEliminarHola Javier, a mí también me gusta leer lo que escribes, cuando caigo por aquí, traducciones, meditaciones,..., incluso cuando no las entiendo del todo, debe ser por el estilo, por la belleza que encierra tu lenguaje, lo cual me hace dudar de que la belleza necesite de la inteligibilidad. Y desconfía de los textos no comentados, que hoy día se leen más los blogs que las revistas científicas.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, David. No debiera dejarme llevar por los ratos que producen estas entradas, pero si no las dejo salir, es peor. Y después viene la resaca...Ay.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo te aconsejaría que te dejaras llevar más amenudo.
ResponderEliminarMe encantan.
Me ha emocionado tu terraza, tus plantas, me ha enternecido Charo, la adoro.
Te llamaré, no pude parar en tu casa, si bien paré por encima de tu pueblo a dormir un rato rendida.
Estoy algo liada, ya te contaré.
Hazle caso a Jesuso.
Beso a todos.
M.