jueves, 22 de octubre de 2009

Buenos de verdad

Recuerdo una pintada que menudeaba en las paredes de las grandes mansiones de la Gran Vía de Bilbao aledañas al Parque de doña Casilda. Junto a los Gora Eta con los que estábamos un tanto familiarizados (hablo de los primeros setenta, hacia el 74, más o menos) había otra que a mí me chocó bastante y que sencillamente rezaba Ser buenos; allí, pintarrajeada en almagre rojo, sonaba como algo de otros tiempos...o como un chiste de algún estudiante ácrata de filosofía.
Chateaubriand nos retrata en sus Memorias de Ultratumba a Robespierre en la Asamblea Nacional:

«Al término de una discusión violenta, vi subir a la tribuna a un diputado de aspecto corriente, rostro gris e inexpresivo, peinado de lo más normal, correctamente vestido como el administrador de una casa rica, o como un notario de pueblo esmerado en su persona. Leyó un informe largo y tedioso; no le prestaron oídos; pregunté su nombre: era Robespierre. La gente que calzaba zapatos se disponía a salir de los salones, cuando ya los que calzaban zuecos estaban empujando la puerta para entrar.»(1)

Hannah Arendt nota que «la teoría del terror, desde Robespierre hasta Lenin y Stalin, da por supuesto que el interés de la totalidad debe, de forma automática y permanente, ser hostil al interés particular del ciudadano. Frecuentemente se ha llamado la atención sobre el característico desinterés de los revolucionarios, el cual no debe ser confundido con el «idealismo» o el heroísmo. La virtud ha sido equiparada con el desinterés desde Robespierre» y, en cuanto principio político («no hay ciencia de lo particular») esa virtud ya no es la vieja piedad personal con tu prójimo, sino que se transforma en otra cosa, algo nuevo; pasa de representar un mero sentimiento concreto, particular, y adquiere la categoría de principio, y en esa condición es cuando resulta potenciado por la «...compasión de los que no sufrían por los malheureux, la compasión de las clases altas por el pueblo bajo» y no tanto porque, como también sostiene Arendt,llegaran a la conclusión de que la razón representa un estorbo para la compasión, pues la razón «retrae el espíritu del hombre sobre sí mismo y le separa de todo lo que pueda perturbarlo o afligirlo»(2) sino que más bien parece que el nuevo imperio de la razón es precisamente lo que explica la radicalidad con que se aplica esa misma bondad virtuosa en su nuevo papel social y hace de ella principio teórico, algo mucho más presentable que el mero sentimiento: la vieja pietas ahora ya es instrumento racional y político.
Sin ese poder totalizante de la abstracción no saltaríamos tan fácilmente de las viejas formas de compasión y virtud tradicionales del cristianismo hasta el nuevo sistema de la moderna bondad práctica y política.
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(1)F. de Chateaubriand, Memorias de Ultratumba (libros I-XII), Barcelona, 2006, p. 232.
(2) Hannah Arendt, Sobre la Revolución, Alianza, Madrid, 2004, leer el pasaje entero de págs. 104-116 del que extraigo las citas.

3 comentarios:

  1. Muy interesante. Lo digo sin ápice de ironía -últimamente no sé qué me pasa, afortunadamente sólo cuando escribo, al menos de momento, cuando quiero ser irónica me malinterpretan -riesgos que tiene la palabra del revés, por decirlo de alguna manera-; cuando no quiero ser irónica se me comprende en literal... ¿Debería callar o seguir intentándolo?-

    Creo que prefiero tratar de seguir comunicándome. Por otro lado, la ironía tampoco es un estado quieto, fijo, o responde sólo al humor... Trato de enmendar mis despistes, si a alguien molesto.



    Por ejemplo, EUFEMISMO de la IRONÍA según receta propia:

    pónganse dos o tres pensamientos, si se dispone de contradictorios, mucho mejor.

    Segundo, redúzcalos a la mínima expresión saldrá la que más garantías tengas de confusión (perdón por la rima tampoco es ironía sino casualidad).

    Por último, obtendremos que hacer reír es más difícil que hacer llorar (a la experiencia me remito).

    Nota: esta receta gastronómica sólo sirve para vitro-humor. Es decir, me hago responsable hasta donde mi contexto (mis utensilios) lleguen. Para todo lo demás: sólo me queda la tan cuestionada confianza, donde deposito mi esperanza en que deliberadamente no busco hacer daño.

    Pd.1: la receta es mejorable; siempre es mejorable.

    Pd.2: ¿Javier, podrías decirme como hacer para poner en negrita algunas palabras en los comentarios? Porque la palabra siempre del Pd.1 quería marcarla con este color, aunque preferiría otro, pero con el negrita me serviría, así dejaría claro que el que tiene boca se equivoca. Gracias. Y, otra vez, gracias.

    Un saludo.

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  2. Creo que hay que decir lo que se piensa tal y como se piensa(con las cautelas mínimas que sugiere la cortesía). Los resultados, los chirridos, melentendidos o sobrevenidas buenaventuras eso es algo que ya corre a cargo de la audiencia.

    Para poner negrita colocas la serie <+b+> antes del texto y <+/+b+> después. Para la cursiva <+i+> antes y <+/+i> después. El + no lo escribes; lo hago yo para que las puedas ver.

    Saludos.

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  3. Gracias por la información técnica y por la magnífica entrada "Buenos de verdad". Usted sí que es un caballero (so riesgo de parecer aduladora), quizá mi persona también esté chapada a la antigua. Nadie es perfecto/a.

    ¡Hasta otra!

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Cariñosas las observaciones