[Copio una página de mi cuaderno de citas y apuntaciones, ése que frecuento]
Inevitable antipatía casi física (ese tipo de ganas de partirle la cara a alguien que, a veces te brota directamente, y cuyo gesto reflejo procuras reprimir sonriendo) es lo que me noto de inmediato cuando me enfrento, en un fin de semana sin pausa, al elaborado "listismo" de Jaime Gil de Biedma, desde una lectura larga y continua de la recopilación del Círculo de Lectores-Galaxia.
Debo aislar, sin embargo, como muy valiosa su afilada sensibilidad (y dejar, claro, muy aparte su poesía, incluso muchos aspectos de su crítica). Aquel rápido saludo en las escaleras del Instituto Sagasta, yo algo incómodo porque Ramón Irigoyen me lo presentaba a la mitad misma del ascenso de aquellas escalinatas decimonónicas y en una posición casi de escorzo, como de lado o al bies: una sonrisa y un "encantado; hasta ahora" y subí, con prisa artificial, a la sala donde todavía tardaría un rato en comenzar la charla o mesa redonda: García Calvo, Ramón, él y algunos otros. Creo que después hubo una cena y no sé si estuvieron Alfonso y Pedro y tengo la vaga idea de que se repentizaron, como noticias frescas, últimas novedades de la llegada de Paul Lafargue a España o barruntos de alguna rebelión de tipógrafos en Alcoy y otros sucesos del momento social. Ahora que me vuelvo a fijar en la torpeza de aquel saludo demasiado tímido casi me lo perdono, sobre todo después de leerle ahora ya con cierta extensión (sólo tenía la breve Colección Particular, aquel cuco librito de Barral con su foto de la calva romana en la portada). Leo sus memorias segovianas y filipinas, los artículos, ese su estilo tan condescendiente y como si de lo odiosa que se me hace, según avanzo, su manera de decir, su desganada dejación perdonavidas, algo en ella hubiera que casi me estuviera personalmente dedicado (fino y todo, cualquiera diría que el reverendo Eliot mismo, en la oficina de la Faber, le hubiera enseñado maneras). Ese saberse en lo cierto. La intolerancia.
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Leo los Diarios de Gombrowicz y siento directa simpatía hacia el tipo de persona que me imagino (y que supongo que no sería).
Las novelas, esas fábulas volátiles, no adquieren consistencia hasta que el mundo que nos revelan no se torna para nosotros algo real. Dostoiewsky seguirá siendo una fábula para aquel que no sepa asirlo en su realidad desnuda. Kafka, Valèry, Dante, el surrealismo, el dadaísmo, todo en arte tiene razón de ser sólo si guarda relación con la realidad, con cualquier realidad, nueva, a veces sorprendente, a la que convierte en asequible, viva, tangible.
W.G. Diarios, Barral, p. 788.
El desgarramiento más profundo del hombre, su herida sangrante, es justamente esto: subjetivismo-objetivismo. Lo desesperante. Lo relación sujeto-objeto, es decir, la conciencia y el objeto de la conciencia(...).
W.G. Diarios, p. 853.
En poco tiempo nos daremos cuenta de que lo más importante no es morir por ideas, estilos, tesis, consignas o creencias, ni tampoco afianzarse o encerrarse en ellos, sino algo muy diferente: dar un paso adelante para ponernos a distancia de todo lo que nos ocurre sin cesar.
W.G. Ferdydurke, Círculo, p. 135.
¿Es la realidad por su esencia obsesiva? Puesto que construimos nuestros mundos asociando fenómenos, no me sorprendería que en el origen de los tiempos hubiera habido una doble asociación. Fue ella la que fijó una dirección en el caos e instauró un orden.
Hay algo en la conciencia que la convierte en una trampa para sí misma.
W.G. Diarios, p. 782
Javier dijo: ..."antipatía casi física (ese tipo de ganas de partirle la cara a alguien que, a veces te brota directamente, y cuyo gesto reflejo procuras reprimir sonriendo)"
ResponderEliminarNo conozco la obra de ese señor. Pero has descrito muy bien un sentimiento que no me es ajeno! Y me ha hecho mucha gracia.
La obra poética de ese señor es, en muchos aspectos, absolutamente admirable. La persona que yo fui intuyendo al leer las entrelíneas de sus opiniones, no me lo parecía tanto; aquella lectura masiva, sobre todo, ya digo, de las opiniones, y más en concreto de su estilo al emitir esas opiniones y juicios de valor, se me hizo desagradablemente irritante, de verdad chirriante. Supongo que era precisamente lo que pretendía. En ese caso, y por lo que hace a mí, lo consigue del todo.
ResponderEliminarJavier, gracias por la aclaración, pero de verdad. Lo cierto es que no es fácil "crecer" cuando se pregunta a las personas evidentemente más sabias, pues no siempre tienen paciencia con los preguntones. :-)
ResponderEliminarjo, pues a mí Gombrowicz no me gusta demasiado!!
ResponderEliminarsea como sea, gil de biedma se creía la de dios, rijo homosexual y de la intelligentsia catalana y de buena familia, es que lo tenía todo, y era fácil despreciar a los demás.
He leído los Diarios de Gombrowicz de un tirón, casi sin parar, y en cada página encontraba algo de interés. Más tarde los he vuelto a leer y volvía a encontrar cosas en que no había caído al principio. Esos fragmentos de mis cuadernos de lectura son sólo eso: ocurrencias improvisadas de un efecto inmediato de algo que se acaba de de leer.
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