viernes, 10 de noviembre de 2006

"Duerme en tu oscuridad".

No se puede. En la oscuridad no se descansa. ¿Pedimos oscuridad para no dormir? Quizá. Entonces la raíz de nuestra hambre está detrás de esa oscuridad, en otra, en algo previo (¿Y así en regresión infinita? No sé. Quizá). En lo que no se sabe. Lo que no se sabe tienta. Llama. Es la mayor tentación. Sí, es verdad que en alguna película (¿sueca?, ¿de Bergman?) se representaba una desesperada búsqueda de Dios y que al final este se dejaba ver y era una araña espantable. Pero ni siquiera hace falta eso. Por descontado que no hace falta concretar la búsqueda, que se trata de una búsqueda en el vacío, en la ausencia. Es el hueco el que llama. No hay abismo propiamente dicho, no hay "gouffre". Hay hueco, hay nada. Pura llamada, permamente convocación muda. Desespero,

ceñido el cuerpo de fuego
y de culebras cercado,
no doy la culpa a ninguno
de los tormentos que paso.
Sólo a mí me doy la culpa,
pues fui causa de mi daño. (...)
¡Y yo también sea maldito

pues que fui desconfïado!

dice con razón Paulo y sigue en sus trece.

(Buen amigo en la lejanía, quizá amigo inventado: He querido notar signos, runas en la piedra, palabras sueltas, algún fraterno "asuelan", algún "solipsismo", ¿Meros "sincronismos"? No lo sé. Los interpreté como guiños amistosos. Han sido anotados. Te seguí y lamenté tu defección. Te sigo siguiendo y te saludo desde esta orilla. Sospeché que cuando hablabas del laberinto lo estabas haciendo "desde dentro").

2 comentarios:

  1. Empiezo a traducir un interesante poema de John Ashbery (Sí. Ashbery, otra vez, el de los alucinados ojos fijos en cámara). Se trata de

    "How much longer will I be able to inhabit the divine sepulchre..." de su segundo libro "The Tennis Court Oath" de 1962.

    Tentativa de arranque:

    "Por cuánto tiempo más seré capaz de habitar el divino sepulcro
    de la vida, mi gran amor? ¿Se zambullen a lo hondo los delfines
    para encontrar la luz? ¿O es la piedra
    lo que se buscaba? ¿Desesperadamente? Ja. Y si alguna vez

    hombres con palas naranja vienen a desenterrar la piedra
    que me encierra, ¿qué será de la luz que entre después?
    ¿Qué será del olor de la luz?
    ¿Qué será del musgo?" (...)

    Son cuatro páginas. Me costará todo el fin de semana. ¿Seré capaz?
    No sé si merecerá la pena. A ver.

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  2. Aqui tu hermanito. Te sigo siguiendo y me preocupan los hombres de palas naranja. La luz huele a cerrado, y el musgo del Belén huele a Papá. Ahsbery. Qué careto.

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Cariñosas las observaciones