Los aparatos, los muñones que nos ponemos para trascender el cuerpo, para alargarnos con los tentáculos de ¿qué?, ¿del alma?, No sé. De un cuerpo tentacular y proyectado en animaciones mentales que estas teclas propulsan por una red etérea. Eso, el ordenador, se ha estropeado un poco. Las obras faraónicas que están haciendo en mi cocina una patrulla de benémeritos labriegos del cemento y la argamasa han propiciado el uso de máquinas y las máquinas piden fuerza, y tanta han pedido en esta ocasión, que los famosos "plomos" han saltado, pero esta vez con tan entusiasta intensidad que mi conexión a la red se ha ido al garete. Ay.
Uso el equipo de mi hijo, en su breve ausencia, para comunicaros la demora en mi puesta laboriosa de los habituales huevitos blogueros. Con ciertos sudores he trasladado el ordenador a la tienda y le han cambiado la tarjeta de conexión. A la pobre ha debido de darle un infarto por la emoción eléctrica sufrida. Pero parece que no ha sido suficiente apaño (pese a los 22 euros del caso) y mañana vendrán a diagnosticar la situación al domicilio del enfermo.
Día el de hoy de variadas emociones. Esta mañana la carta de Azúa en su blog (no sé por qué, pero me ha enternecido hasta la lágrima...¡Si hace un siglo que no veo a Jon! Quizá ha sido por eso y por los recuerdos de entonces, que las repescas de estos días han avivado); más tarde, y en el mismo blog, he podido constatar las incompatibilidades de mi lenguaje figurado con las drásticas exigencias de la precisión científica en historiografía y sociología (el bueno de Vic, qué chico tan aplicado), y ahora este apagón general, y espero que momentáneo.
En fin, un día completo.
Pero vosotros seguiréis ahí, avizores como siempre para cuando llegue el indolente con renovadas fuerzas (¡leche con las fuerzas...eléctricas!).
Por alguna manía del blogger, ahora no veo los botones de formato para darle a este post una apariencia discreta. Bueno.
Uso el equipo de mi hijo, en su breve ausencia, para comunicaros la demora en mi puesta laboriosa de los habituales huevitos blogueros. Con ciertos sudores he trasladado el ordenador a la tienda y le han cambiado la tarjeta de conexión. A la pobre ha debido de darle un infarto por la emoción eléctrica sufrida. Pero parece que no ha sido suficiente apaño (pese a los 22 euros del caso) y mañana vendrán a diagnosticar la situación al domicilio del enfermo.
Día el de hoy de variadas emociones. Esta mañana la carta de Azúa en su blog (no sé por qué, pero me ha enternecido hasta la lágrima...¡Si hace un siglo que no veo a Jon! Quizá ha sido por eso y por los recuerdos de entonces, que las repescas de estos días han avivado); más tarde, y en el mismo blog, he podido constatar las incompatibilidades de mi lenguaje figurado con las drásticas exigencias de la precisión científica en historiografía y sociología (el bueno de Vic, qué chico tan aplicado), y ahora este apagón general, y espero que momentáneo.
En fin, un día completo.
Pero vosotros seguiréis ahí, avizores como siempre para cuando llegue el indolente con renovadas fuerzas (¡leche con las fuerzas...eléctricas!).
Por alguna manía del blogger, ahora no veo los botones de formato para darle a este post una apariencia discreta. Bueno.
Te llamo.
ResponderEliminarA ver qué pasa con eso...cahuen...
Beso.
M.
Me cambian el jueves por la tarde la tarjeta de conexión. Bien. Sudores. "Pase dentro de media hora". Ordenador al hombro para arriba y para abajo. Lo pongo otra vez (la tarjeta nueva). Nada. Rabio. Viernes tarde. Rabia acumulada. Me conecto desde el ordenata de Javi (morros porque doy la tabarra). Me conecto cuando se despista. Con el cabreo encima pongo un post en lo de Azúa absurdo porque alguien habla de "estadística". Hoy vienen los arregladores. "Serán las clavijas". "Pues ya no me quedan". "Así que hasta el lunes". "Igual mejor "wifi"". "Bueno", digo. Desespero. A lo tonto enchufo la clavija en la tarjeta vieja. Funciona. Mundo mágico.
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