domingo, 25 de junio de 2006

Hierbas

(...) La noche estaba seria como un manto de ciegos paraísos. Blas de Otero, Cántico espiritual, Alea, San Sebastián, 1942, p.19.

[h. 1994]

Cuando las zarzas disponían sus filos en defensa de su propia dureza intocable y la mano se entrelazaba con la humedad hiriente de las hierbas y la tierra disponía en contra todos sus obstáculos que recorrían la gama entera de lo blando (aguas, barro) y lo duro (ensortijadas y laberínticas serpientes puntiagudas), entrar dentro del seto, ocupar aquella casa oculta, era un ejercicio de profanación.

Pero, al fin, se lograba entrar en el centro, se dejaba atrás la frontera y podías habitar el silencio de la hoja brillante, la hoja barnizada de luz. La calma luminosa de la estancia.

Hasta que el propio lugar invertía su postura, y su hostilidad primera se iba transformando en ansia de dominio, de posesión del intruso que ahora ya podía asegurarse era alimento preparado, condimentado para una lenta asimilación.

3 comentarios:

  1. Javitxu, que bello todo, de verdad.
    Qué recuerdos lo de la loca de Arrikibar, y que hartos de ella que estaban los de la tienda, pobrecica.
    Que Bilbao más pueblo, verdad?, siempre ha sido muy raro que no nos encontráramos en aquellas guerras, claro, que tu serías un pollo pera, tan txotxolo... y yo te habría parecido una fiera sin jaula.
    Cuantísimo te quiero.
    Un beso muy grande.
    M.

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  2. Chocholo integral, casi profesional, con jersey azul de cuello alto y gabardina, un impresentable.

    Ahora me acuerdo del día aquel del montaje en el teatro Ayala, cuando vino Blas de Otero y le saludamos y en vez de hacerle caso ("nos vemos luego, cuando termine") y esperar a la salida, nos fuimos porque nos parecía "monjil" la cohorte del partido que lo rodeaba. Y que me dijiste que tú estabas dentro cantando.

    Igual hasta nos hubiésemos visto ese día. ¿Cuándo fue aquello? ¿En el 76?

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  3. Yes.
    Estaba dentro con el Iturri, y toda la "baska".
    Menuda se montó.
    Y otra gordísima fué cuando la platajunta aquella la de Jueces para la Democracia, en el Consulado fué esa, con todos allí tan jóvenes, el Juan Alberto Belloch que era remajo...
    Y todo Bilbao tomado por los grises, y nosotros allí dentro, "A los hombres futuros...yo Bertol Brecht"... o mores...

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Cariñosas las observaciones